Una investigación reciente ha revelado que, aunque el COVID-19 generalmente se asocia con un mayor riesgo de complicaciones graves en las personas mayores, los pacientes más jóvenes parecen ser más susceptibles a los síntomas graves del COVID prolongado. Esta situación es preocupante, ya que afecta a un grupo demográfico crucial para la fuerza laboral, la productividad y la innovación social.
El estudio, dirigido por el Dr. Igor Koralnik, co-director del Centro Integral de COVID-19 de Northwestern Medicine, en Chicago, destaca que el COVID prolongado está provocando una morbilidad significativa en los adultos jóvenes, quienes, a pesar de no haber experimentado las formas más graves del COVID-19 inicialmente, desarrollan síntomas persistentes que afectan su calidad de vida.
Los síntomas neurológicos asociados con el COVID prolongado incluyen dolor de cabeza, entumecimiento y hormigueo, pérdida del olfato y el gusto, visión borrosa, fatiga, insomnio, depresión, ansiedad y problemas cognitivos. Estos síntomas pueden persistir incluso después de que los pacientes se recuperan de la fase aguda de la enfermedad.
El estudio se basó en los primeros 1,300 pacientes diagnosticados con COVID persistente atendidos en la clínica de Northwestern, y se siguieron los resultados durante un promedio de 10 meses. Los hallazgos mostraron que los síntomas neurológicos eran más graves en personas menores de 65 años, independientemente de la gravedad inicial de su infección. En particular, las personas menores de 65 años experimentaron una mayor variedad de síntomas neurológicos.
El Dr. Koralnik subraya la necesidad de que los pacientes de todas las edades que sufren de COVID prolongado reciban los tratamientos y servicios de rehabilitación necesarios para mejorar su calidad de vida, a pesar de la disponibilidad de vacunas y refuerzos.