Un descubrimiento encabezado por el investigador puertorriqueño Marcos J. Ramos Benítez ha revolucionado la ciencia médica.
Su equipo demostró que el SARS-CoV-2, el virus responsable del COVID-19, no solo afecta los pulmones, sino que puede propagarse por todo el cuerpo y permanecer en varios órganos, incluido el cerebro, durante largos períodos de tiempo. Este avance, que le valió el Premio del Director del Instituto Nacional de Salud (NIH), abre nuevas posibilidades para el tratamiento y comprensión del COVID persistente.
El virus viajero y silencioso
La investigación, realizada en el Ponce Research Institute en Puerto Rico, examinó a 44 personas fallecidas por COVID-19, profundizando en el sistema nervioso central de 11 de ellas. En algunos casos, el virus permaneció en órganos vitales, incluido el cerebro, durante más de siete meses después de los primeros síntomas. Lo más sorprendente fue que, a pesar de su presencia en estos órganos, no se observó daño significativo o inflamación, excepto en los pulmones.
"Este comportamiento sugiere que el COVID-19 puede persistir de manera latente en el cuerpo sin causar daño directo evidente. Comprender estos mecanismos nos ayudará a abordar mejor los efectos a largo plazo de la enfermedad", explicó Ramos Benítez.
Reconocimiento internacional a la ciencia de Puerto Rico
El reconocimiento del NIH no solo resalta la calidad del trabajo de Ramos Benítez, sino también la importancia de la investigación científica realizada en Puerto Rico. Kenira Thompson, presidenta del Ponce Research Institute, expresó su orgullo por este logro: "Estos hallazgos pueden ser fundamentales para desarrollar nuevos diagnósticos y tratamientos, y son un testimonio de la excelencia científica de nuestra isla".
¿Qué implica esto para los pacientes con COVID persistente?
El hallazgo proporciona una mejor comprensión del COVID persistente, una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque el virus puede permanecer en el cuerpo, aún se desconoce cómo esta persistencia podría contribuir a los síntomas crónicos que experimentan algunos pacientes, como fatiga extrema, niebla mental y problemas neurológicos.
Además, la investigación, publicada en la prestigiosa revista Nature, subraya la necesidad de desarrollar estrategias más efectivas para mitigar los efectos a largo plazo de la enfermedad.