Un estudio innovador de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania y el Centro Oncológico Abramson de Penn Medicine ha destacado el potencial de la dieta cetogénica o keto en el tratamiento del cáncer. Este enfoque, conocido por su bajo contenido en carbohidratos y alto en grasas, ha mostrado que puede mejorar la eficacia de las terapias basadas en células T CAR, que son utilizadas para tratar diversos tipos de cáncer.
Las células T CAR son modificadas genéticamente para atacar células cancerígenas, y aunque han tenido éxito en algunos tipos de cáncer hematológico, no siempre son efectivas. En lugar de modificar aún más estas células, los investigadores decidieron explorar cómo la dieta podría influir en su rendimiento. Los resultados en ratones fueron prometedores: aquellos alimentados con una dieta cetogénica lograron mejores controles de los tumores y mayores tasas de supervivencia.
El mecanismo detrás de este efecto se atribuye al aumento de los niveles de beta-hidroxibutirato, un metabolito producido por el hígado durante la dieta keto. Este compuesto parece ser una fuente de energía preferida para las células T CAR, mejorando su capacidad para destruir células cancerígenas.
Los investigadores también probaron la administración de suplementos de beta-hidroxibutirato a ratones alimentados con dietas regulares. Los resultados fueron igualmente positivos, con la mayoría de los roedores eliminando el cáncer y manteniendo altas concentraciones de células T CAR activas.
Este hallazgo ha motivado el inicio de ensayos clínicos en humanos para evaluar si el beta-hidroxibutirato podría potenciar los tratamientos con células T CAR de manera segura y efectiva. Aunque los estudios están en fases preliminares, los investigadores creen que esta intervención podría representar una opción accesible y con bajo riesgo de toxicidad.
Sin embargo, los expertos advierten que, aunque los beneficios de la dieta cetogénica en el tratamiento del cáncer son prometedores, aún falta mucha investigación. Además, se deben considerar los riesgos potenciales de la dieta, como el aumento de colesterol "malo" y problemas cardiovasculares, por lo que cualquier cambio en la alimentación debe ser supervisado por un profesional de la salud.
Este estudio abre una puerta interesante hacia nuevas posibilidades en la medicina oncológica, pero se necesita más investigación para confirmar su efectividad en humanos.