Cassava Sciences, una compañía biotecnológica, ha sufrido un gran revés en su intento de desarrollar un tratamiento para el Alzheimer con su fármaco experimental simufilam.
Esta semana, la empresa informó que el medicamento no cumplió con los objetivos de su ensayo clínico de fase III, lo que sugiere que el tratamiento no fue más efectivo que un placebo. Esto pone en duda el futuro de la droga y podría marcar el fin del desarrollo de simufilam.
El fracaso de simufilam se ve agravado por las acusaciones de mala conducta científica que han surgido en torno a la investigación del fármaco. En particular, Houau-Yan Wang, un ex asesor de Cassava y profesor de la Universidad City de Nueva York, ha sido acusado de manipular datos y alterar resultados para hacer que la droga pareciera más prometedora. Estas acusaciones han llevado a la Comisión de Valores (SEC) de EE.UU. a multar a Cassava por no gestionar adecuadamente los ensayos clínicos y por hacer afirmaciones engañosas sobre los resultados de los ensayos de fase II.
Además, Wang fue acusado de defraudar a los Institutos Nacionales de Salud (NIH) con fondos federales destinados a la investigación del Alzheimer, lo que agrega más presión sobre Cassava y su tratamiento. Aunque la compañía ha cooperado con las investigaciones y afirmó que Wang no participó en la fase III del ensayo, los críticos consideran que los problemas de simufilam van más allá de los ensayos más recientes y sugieren que la droga nunca funcionó como se esperaba.
Este escándalo se suma a las crecientes preocupaciones sobre la transparencia y la integridad en la investigación de nuevos tratamientos para enfermedades graves, como el Alzheimer.