Han pasado cinco años desde que se identificaron los primeros casos de COVID-19 en Wuhan, China, y aunque el impacto global del virus ha disminuido, sus efectos continúan presentes.
En 2024, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta 3 millones de casos, una caída considerable en comparación con los 445 millones de casos en 2022. Sin embargo, el virus sigue causando alrededor de 70,000 muertes anuales, principalmente entre personas mayores y grupos vulnerables.
Maria Van Kerkhove, experta de la OMS, señala que, aunque el COVID-19 ya no recibe tanta atención mediática, el virus sigue circulando ampliamente debido a la reducción de pruebas diagnósticas y vigilancia en muchos países. La OMS estima que la circulación real del virus podría ser hasta 20 veces mayor que lo reportado oficialmente. Además, el "covid largo", una condición que afecta al 6% de los casos graves, sigue siendo un desafío importante, afectando órganos como el corazón, los pulmones y el cerebro, así como la salud mental.
La transformación del SARS-CoV-2 hacia variantes menos letales y el éxito de las campañas de vacunación han permitido que el COVID-19 sea más comparable a enfermedades como la gripe estacional. Sin embargo, la OMS sigue advirtiendo que la vigilancia es insuficiente, y el "COVID largo" resalta la necesidad de mantener la atención en los efectos a largo plazo del virus.
Con el objetivo de estar mejor preparados para futuras pandemias, la OMS continúa negociando un tratado global contra las pandemias. Este tratado busca mejorar la preparación ante amenazas como la gripe aviar o la hipotética "enfermedad X". No obstante, las negociaciones han avanzado lentamente debido a desacuerdos sobre la distribución equitativa de recursos médicos.
Van Kerkhove subraya que es fundamental no olvidar las lecciones aprendidas durante la pandemia, ya que hacerlo podría obstaculizar la preparación ante futuros desafíos globales.