Desde su invención en 1945, el microondas ha transformado la manera de calentar y cocinar alimentos. Lo que comenzó como un descubrimiento accidental del ingeniero Percy Spencer, quien notó que un trozo de chocolate en su bolsillo se derretía debido a la radiación de un magnetrón, ha evolucionado hasta convertirse en un electrodoméstico esencial en hogares y oficinas.
No obstante, un estudio reciente de la Universidad de Valencia ha desmentido una creencia extendida: los microondas no son ambientes estériles. Durante mucho tiempo, se pensó que la radiación emitida por el microondas eliminaba bacterias y mantenía el aparato libre de microorganismos. Esta idea equivocada surgió de la suposición de que la energía utilizada para calentar los alimentos también desinfectaba el aparato. Sin embargo, el estudio reveló que los microondas pueden albergar una variedad de bacterias ambientales, principalmente provenientes de restos de comida que se esparcen durante su uso.
Al analizar microondas en hogares, oficinas y laboratorios, los científicos españoles encontraron 101 cepas bacterianas, siendo las más comunes de los filos Proteobacteria, Firmicutes, Actinobacteria y Bacteroidetes, presentes en el entorno cotidiano.
A pesar de que la presencia de bacterias puede parecer preocupante, la Dra. María del Rosario Morales Espinosa, jefa del Laboratorio de Genómica Bacteriana de la UNAM, asegura que el riesgo para la salud es bajo, ya que el sistema inmunológico es eficaz en la mayoría de los casos. No obstante, advierte que la falta de limpieza regular podría permitir la acumulación de bacterias, lo que podría representar un riesgo a largo plazo, sobre todo si los restos de comida se descomponen.
Las bacterias tienen una notable capacidad de adaptación, permitiéndoles sobrevivir en ambientes extremos, como ocurre en el interior del microondas. Morales Espinosa explica que estas bacterias desarrollan una "memoria bacteriana" que les permite modificar su material genético para resistir condiciones adversas y garantizar la supervivencia de las generaciones futuras.
Para evitar la proliferación de bacterias, la Dra. Morales recomienda una limpieza regular del microondas con agua y jabón. Sugiere limpiar el aparato al final del día con un estropajo limpio, asegurándose de cubrir todas las superficies, incluida la puerta y el plato giratorio. Finalmente, es importante secarlo bien, ya que la humedad favorece el crecimiento bacteriano.