Josh Herting estaba en un viaje de negocios en Vermont cuando recibió una llamada que cambiaría su vida: su médico le informó que tenía cáncer de colon. Era un día frío de invierno, hace diez años, y tras colgar, Herting intentó seguir con su trabajo.
“Estaba muy enfocado en mis tareas y pensé: ‘Debo terminar este viaje de trabajo y luego regresaré a casa’. No comprendía la seriedad de la situación”, comentó. Sin embargo, poco después decidió llamar a su novia, Amber, y al compartirle la noticia, ella le sugirió que era momento de volver a casa.
Herting condujo cinco horas hasta Boston, llegando a su hogar a las dos de la mañana y con varias citas médicas programadas para seis horas más tarde. Tenía 34 años y disfrutaba de lo que consideraba una excelente salud; hacía ejercicio casi a diario, tenía poco porcentaje de grasa corporal, se alimentaba saludablemente y no sentía dolor, aunque había notado sangre coagulada en sus heces en algunas ocasiones. Ahora tiene 44 años y está casado con Amber. Recordó que su padre había sido diagnosticado con cáncer de colon en etapa I a poco más de 50 años, pero no tenía otros antecedentes familiares de la enfermedad.
El viaje de Herting en su lucha contra el cáncer de aparición temprana es una experiencia que comparten cada vez más jóvenes adultos. Según un informe reciente de la Sociedad Estadounidense del Cáncer, el perfil de los pacientes con cáncer ha cambiado, pasando de ser principalmente personas mayores a incluir más adultos jóvenes. Entre los grupos de edad de 65 años o más, de 50 a 64 años y menores de 50 años, solo este último mostró un aumento en la incidencia general del cáncer entre 1995 y 2020.
A pesar del envejecimiento de la población en EE. UU., “estamos observando un cambio hacia diagnósticos de cáncer en personas más jóvenes, a pesar de que hay más individuos en las poblaciones mayores”, explicó el Dr. William Dahut, científico jefe de la Sociedad Estadounidense del Cáncer. “Los diagnósticos se están haciendo más tempranamente; algo está sucediendo aquí”, agregó.
El diagnóstico de Herting se produjo después de que un gastroenterólogo le sugiriera una colonoscopia debido a la sangre en sus heces. Aproximadamente una semana y media después de recibir la noticia, fue operado para extirpar el tumor y parte de su colon. Tras la cirugía y exámenes adicionales, su equipo médico en el Instituto del Cáncer Dana-Farber determinó que el cáncer había estado en su sistema alrededor de ocho años y estaba en etapa IIIA. Según la Sociedad Estadounidense del Cáncer, los cánceres de colon en esta etapa suelen diseminarse a los ganglios linfáticos cercanos, aunque aún no alcanzan otras partes del cuerpo.
Posteriormente, Herting recibió quimioterapia y, tras cinco años de seguimiento con tomografías computarizadas y análisis de sangre, su equipo lo declaró libre de cáncer. Amber lo acompañó durante todo su tratamiento.