Los investigadores que participaron en el Congreso anual de la Sociedad Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD, por sus siglas en inglés) celebrado en Hamburgo (Alemania) debatieron sobre los posibles beneficios de la terapia de exposición al frío para las personas con diabetes tipo 2.
Aunque hay pocas evidencias, son prometedoras, y demuestran cómo temblar durante la exposición repetida al frío puede mejorar la absorción de glucosa, la resistencia a la insulina y los niveles de glucosa en sangre. Dennis Blondin, de la Universidad de Sherbrooke, en Canadá, subió al escenario y afirmó que “la modificación del estilo de vida siempre ha sido una piedra angular del tratamiento de las enfermedades metabólicas y la obesidad. Sin embargo, los estímulos del ambiente son otra modificación que debemos tener en cuenta”.
La terapia de exposición al frío consiste en someterse a un ambiente más frío. “Hay distintos tipos de frío”, dijo Blondin. “Ahora mismo, estamos en las primeras fases para identificar qué tipo de exposición al frío podría ser terapéutica. Pero, en última instancia, sabemos que cuanto más baja sea la temperatura de la piel, más va a aumentar la temperatura corporal”.
En las últimas investigaciones de Blondin se descubrió que mantener una temperatura corporal de 27° C inducía un consumo de 110 kcal/hora. Sin embargo, no es el frío en sí mismo lo que propicia el gasto energético, sino que se trata más bien de un efecto secundario de temblar. “Temblar requiere una gran cantidad de producción de calor”, explicó Blondin. “Cuanto más intenso sea el temblor, más calor produciremos”.
Temblar aumentar el consumo de glucosa en el músculo esquelético, lo que, sorprendentemente, “conlleva el 50-60 % de la glucosa durante la exposición al frío, incluso en personas con diabetes tipo 2”, asegura Blondin. También se apoya esta conclusión en un estudio en el que se concluyó que la exposición diaria a temperaturas de 14-15° C durante 6 horas aumentó la intensidad del transportador de glucosa 4 (GLUT4), aumentando así el consumo de glucosa del músculo esquelético y mejorando la sensibilidad a la insulina.
Pero, como ocurre con el frío, también hay distintas formas de temblar: “Cómo tiembles impacta el tipo de energía que utiliza el cuerpo”, continuó Blondin.
¿En qué se diferencian las tasas de gasto energético producidas por temblar de las que se espera durante el ejercicio? “Estamos hablando de un índice metabólico muy bajo en comparación al ejercicio y se observan efectos igual de beneficiosos, sino mejores, de los que se obtienen durante el ejercicio”, afirmó Blondin. “La exposición al frío es la única situación en la que aumenta el gasto energético y disminuye la frecuencia cardiaca, a diferencia del ejercicio o cualquier otra actividad”.
Sin embargo, la implementación efectiva de la terapia de exposición al frío no es tan simple. En declaraciones a Univadis.com, Blondin subrayó que las distintas terapias de exposición al frío que se pueden introducir en la práctica clínica incluyen “disminución de la temperatura en las salas, trajes de enfriamiento para los pacientes y terapia con agua fría”.
A pesar de que la terapia con agua fría es la elección obvia por su accesibilidad, conlleva un mayor riesgo cardiometabólico que la exposición al aire frío, según el uso por el equipo de Blondin. “Los pacientes, especialmente si presentan riesgos metabólicos subyacentes, deben consultar a sus médicos para asegurarse de que no tienen ninguna enfermedad subyacente para la que sumergirse en agua fría sea un riesgo”, dijo Blondin. “Pueden ocurrir muchas cosas: hay un gran riesgo de reflejo de jadeo y, luego, hay riesgo de tragar e inhalar agua, lo que puede llevar a ahogamientos, lo que subraya la necesidad de entrenamiento”.
Aunque en las investigaciones se describe una mejora de la sensibilidad a la insulina y otros beneficios metabólicos con la exposición al frío, no existen estudios exhaustivos a largo plazo. “Queda mucho trabajo por hacer y, por desgracia, solo hay un par de grupos a nivel mundial que estén trabajando en este tema”, dijo Blondin. “Es difícil convencer a las agencias de investigación y a los médicos de que necesitamos profundizar en esta línea de investigación”, concluyó Blondin al citar las limitaciones y los restos de los avances en está área.