El TDAH, un trastorno que puede ser difícil para padres y familiares

Criar a un niño con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) puede ser un gran desafío para cualquier padre. Estos niños son muy distraídos, impulsivos, desinhibidos, hiperactivos y demandantes. 

Requieren más atención, supervisión y cuidado que un niño típico, y deben incorporar en sus vidas a otros adultos que juegan un papel importante en su desarrollo, como neurólogos, pediatras, profesores especiales, psicólogos y psicopedagogos.

El punto de partida para ayudar a un niño con TDAH es conocer su desarrollo según su edad. Es esencial que los padres sepan qué pueden esperar de cada niño en función de su edad para poder detectar sus habilidades y dificultades reales. No saberlo puede llevar a sobreexigirlos o a justificar sus dificultades.

Síntomas más comunes del TDHA:

Los síntomas del TDAH aparecen con fuerza entre los 6 y los 12 años y tienen consecuencias en su aprendizaje escolar, sus relaciones sociales con otros niños y su vida familiar. Los síntomas de estos niños se agrupan en tres aspectos:

• la dificultad para mantener la atención (déficit de atención)
• la dificultad para controlar los impulsos (impulsividad)
• el exceso de comportamiento (hiperactividad)

Los niños con TDAH tienen dificultad para mantener la atención y persistir en una tarea. Evitan actividades que requieren de una atención prolongada, son despistados, olvidadizos y se distraen fácilmente. 

Luchan por mantener su atención en actividades que son más largas de lo normal, aburridas o repetitivas, mostrando casi nulo interés en sus tareas escolares, obligaciones en la casa y lectura de textos largos. 

Se aburren y pierden el interés en lo que están haciendo, lo que los lleva a buscar otra cosa que sea más divertida, interesante o estimulante, a pesar de que no hayan terminado lo que están haciendo.

Ansiedad y poca paciencia para esperar:

Por otro lado, los niños con TDAH tienen muchos problemas para esperar por las cosas. Se ponen ansiosos e inquietos cuando tienen que esperar su turno en un juego, en la fila, el recreo o en cualquier otra situación en la que tengan que esperar. 

La impulsividad también aparece en la toma de mayores riesgos, ya que tienen dificultades para tener en cuenta las consecuencias y el daño que puede traer hacer determinada acción. Por ello, los niños con TDAH son más propensos a accidentarse.

Es importante tener en cuenta que estos rasgos son mucho más marcados que en los niños de su edad, que persisten en el tiempo y que les traen dificultades importantes en distintas áreas de su vida, como son la escuela, la casa, la vida familiar y las relaciones con otros niños.

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