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¿Cuál es el rol del cerebro (y del estado de ánimo) en nuestra respuesta inmune?

¿Cuál es el rol del cerebro (y del estado de ánimo) en nuestra respuesta inmune?
AGENCIAS / EL TIEMPO
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La misma inquietud la ha tenido Jonathan Kipnis, profesor de patología e inmunología en la Universidad Washington en San Luis, Estados Unidos.

“Mi pasión es comprender cómo se comunican el cerebro y el sistema inmunitario en la salud y  la enfermedad”. 

Asha Rawls, investigadora y profesora del Technion Institute of Technology, Israel, también lleva tiempo buscando respuestas en Oriente Medio. 

"Es intuitivo que el cerebro influye en la inmunidad", dice el sitio web del laboratorio que dirige. 

Y es verdad, le dijo a BBC Mundo. “La suposición común es que el cerebro está involucrado en todo lo que sucede en el cuerpo porque es el regulador central de todas las reacciones”. 

Pero la verdad es que, según Kipnis, "todavía estamos aprendiendo  cómo interactúan estos dos sistemas". “Es muy emocionante, pero es solo el comienzo”, advierte a BBC Mundo. 

La Dra. Christina Koppel, neuróloga del King's College Hospital  y profesora del Imperial College London, cree que "a medida que empecemos a entender las redes sociales y que el mundo esté más conectado,  la complejidad de las redes de mensajes enviados también aumentará". cerebro y  sistema inmunológico. 

Con la ayuda de estos expertos, estamos investigando lo que sabemos sobre el papel del cerebro en la respuesta inmunitaria.

El comportamiento

"En el mundo clínico, en el hospital, vemos muchos pacientes con problemas neuroinmunológicos", le dice Koppel a BBC Mundo.

"Y en el mundo académico, uno sabe que ambos sistemas están hablando, que los mismos transmisores les pueden hablar a células inmunes y a células neuronales, pero aún tenemos mucho que descubrir".

Anthony coincide en que la relación entre el cerebro y el sistema inmune es bidireccional.

Si contraemos gripe o covid-19, muchos nos sentiremos mal y cambiaremos nuestros comportamientos, los cuales son descritos en las investigaciones como "estereotípicos".

"Interrumpes tu sueño, no quieres ver gente ni socializar, comienzas a mostrar toda una serie de comportamientos que son muy característicos de algo denominado comportamiento de enfermedad".

"Te vuelves anhedónico, es decir, dejas de hacer las cosas que te gustan, las actividades hedonistas, como beber, comer dulces, divertirte".

Desde una perspectiva evolutiva, explica el experto, esto tiene dos beneficios:

"Tal vez te ayude a recuperarte de la infección. Pero además de eso, también le manda una señal a las personas que te rodean".

Y se trata de algo que se ve entre animales, en mamíferos en particular: cuando estamos enfermos, el cerebro altera nuestro comportamiento y empezamos a repriorizar lo que hacemos.

"Cuando estás resfriado no te pones a resolver complejos problemas matemáticos porque estás cansado", señala Kipnis.

"Un animal se retira porque no quiere contagiar al rebaño, tú también te apartas, no quieres contagiar a la Tierra".

El estrés

Hans Selye fue el fisiólogo y médico austrohúngaro que acuñó el término estrés en la década de los años 40.

Demostró que el estrés social y ambiental, además de la infección, también cambia nuestros comportamientos y afecta la forma en que el sistema inmunológico funciona.

"Se trata de una respuesta cíclica en la que si tengo estrés, se producen cambios en los neurotransmisores del cerebro, lo cual puede llevar a un aumento del flujo de información que sale del cerebro y altera la forma en que el sistema inmune se desenvuelve", indica Anthony.

En Reino Unido, en la localidad de Salisbury, se llevaron a cabo, a finales de los años 80 e inicios de los 90, una serie de experimentos en los que se infectó a un grupo de voluntarios saludables con virus del resfriado, con el objetivo de estudiar cuán rápido desarrollaban la enfermedad y para buscar tratamientos eficaces.

A los participantes les dieron un cuestionario y una de las preguntas era: "¿Tiene mucho o poco estrés?"

Al analizar las respuestas y la tasa de infección, los investigadores se dieron cuenta de que las personas que habían sufrido mucho estrés, tenían un 20% más de posibilidades de resfriarse.

"Fundamentalmente, lo que estamos diciendo es que el nivel de estrés, en este caso social y ambiental, altera la forma en que se comporta tu sistema inmunológico y te hace más susceptible a estos resfriados".

El elemento hormonal

A lo largo de los años se han realizado estudios similares y se cree que es la activación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA) lo que hace que el sistema inmunológico se vea alterado por el estrés.

Ese eje abarca una zona del cerebro, el hipotálamo, y activa parte del sistema neuroendocrino.

"Es un proceso de múltiples pasos: el cerebro envía señales a las glándulas suprarrenales, las cuales producen cortisol y más cortisol puede afectar la función de las células inmunitarias".

"Esa es una forma en que el cerebro, a través de las hormonas, puede afectar el comportamiento de las células inmunitarias: niveles muy altos de cortisol suprimen el sistema inmunológico".

"Además las neuronas que liberan neurotransmisores localmente en el bazo y en la médula ósea, pueden alterar la forma en que se comportan las células inmunitarias".

Cualquier desajuste entre el sistema nervioso simpático (una de las ramas del sistema nervioso autónomo) y el eje HHA puede llevar a que a veces estos sistemas "trabajen uno contra el otro y te vuelvan más susceptible a una infección".

Una de las explicaciones de por qué el estrés crónico es malo es porque hace que tu sistema nervioso simpático no funcione apropiadamente y, entre "más activación del eje HHA, más cortisol y eso es lo que te hace vulnerable a la infección".

 

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