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Qué es la responsabilidad afectiva y por qué no se puede huir de ella

Qué es la responsabilidad afectiva y por qué no se puede huir de ella
Redacción/ El Tiempo Monclova
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Hay que tener en cuenta cómo los actos afectan a los demás, y expresar siempre cómo nos sentimos, es esencial para relaciones afectivas sanas

El equilibro entre tener en cuenta lo que piensan y sienten los demás y lo que pensamos y sentimos nosotros, especialmente si hablamos de las relaciones románticas, es complicado. No queremos ser egoístas, y pensar solo en lo que nos afecta a nivel individual, pero tampoco queremos volcarnos en la otra parte olvidándonos por el camino de nosotros mismos.

La clave para alcanzar ese punto medio es la responsabilidad afectiva, que podríamos definir como la consciencia de que lo que decimos y hacemos tiene un impacto en los demás. Explica una psicóloga, esta se basa en ser capaz de expresar nuestras necesidades y emociones siendo respetuosos con las emociones del otro.

“Eso implica hacerse cargo de los propios sentimientos, de la manera de expresarlos y tener presente que los vínculos que establecemos con otras personas implican un cuidado mutuo”, dice.

Es importante entender que responsabilidad afectiva no es sinónimo de hacernos cargo de las emociones de los demás.

“no pasa nada si a veces priorizamos al otro” Dice la profesional.

esto puede suponer un problema cuando eso se convierte en la forma de funcionamiento habitual, o cuando lo hacemos desde la obligación y no desde la elección. esta responsabilidad se basa en cómo reaccionamos ante las emociones ajenas, de los demás, pero si podemos validar y legitimar las emociones de la otra persona cuando nos las exprese.

Sinceridad, aunque duela:

La idea de la responsabilidad afectiva, entonces, es poder cuidar al otro, todo lo que sea posible, no con el objetivo de evitar siempre el sufrimiento, sino de evitar un sufrimiento innecesario. Y, claro, no olvidarnos de cómo nos sentimos nosotros.

un ejemplo: si tenemos una relación que sentimos que tiene que terminar, “al comunicarlo no vamos a evitar que a la otra persona le duela”, pero estaremos siendo honestos con nosotros y con el otro. “Como indica el término, se trata de ser responsable con las relaciones que establecemos, pero eso no significa sobreproteger”, reitera.

Qué es responsabilidad afectiva:

  • Hablar sobre nuestros sentimientos y expectativas sobre la relación.
  • Tener una buena comunicación. También (especialmente) cuando vamos a hablar de lo que nos molesta.
  • Poner límites de mutuo acuerdo con la intención de respetarse.
  • Cuidarse mutuamente.
  • Entender que nuestras acciones tienen consecuencias en el otro.

Qué no es responsabilidad afectiva:

  • Ocultar información importante sobre nuestros sentimientos a la otra persona.
  • No validar sus emociones o no permitir que las exprese.
  • No ser claro o incumplir los acuerdos previamente establecidos.
  • Llevar a cabo comportamientos que puedan llevar a ilusionarse a la otra persona cuando nosotros no queremos implicarnos.
  • Pretender que el otro adivine lo que siento y/o necesito.

Aunque es más fácil aplicar este término en el contexto de una relación de pareja, se debe entender que la responsabilidad afectiva 'está vigente' en las dinámicas familiares, en las de las amistades e incluso en las laborales. Y en estos casos, al igual que dentro de una relación romántica, la responsabilidad afectiva tiene que llevarse a cabo desde el principio.

“Cada uno tenemos que ser conscientes de cómo nos vamos sintiendo con los actos del otro, y al mismo tiempo ser capaces de comunicarlo de una manera asertiva. Solo de esta manera podremos construir una relación saludable basada en la comunicación y en el respeto mutuo”, asegura.

Se debe trabajar esta responsabilidad incluso con dinámicas nuevas. Es decir, aunque solo se hayan tenido un par de citas con una persona, por ejemplo, no se debe ocultar información o no contar ciertas cosas, con el objetivo de 'no hacer daño': desde el principio hay que practicar la sinceridad.

“Todos tenemos derecho a poder decidir sobre nuestras relaciones y para eso necesitamos conocer toda la información, independientemente de la duración de ese vínculo o del nivel de compromiso del mismo”, indica.

Hacerse cargo de las emociones propias:

Tener claro que cualquier relación tendrá conflictos. Asimismo, recuerda que todos tenemos derecho a equivocarnos, pero que si somos responsables afectivamente tendremos que asumir la responsabilidad de nuestros actos y ser capaces de pedir perdón, al igual que ser capaces de perdonar al otro.

Otros dos puntos esenciales para poder ser responsables afectivamente. Es esencial hacerse cargo de las propias emociones. Es decir, no podemos no culpar al otro de lo que sentimos. «Tenemos que ver de dónde vienen esas emociones y, sobre todo, qué nos quieren decir», indica. Practicar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es igualmente ineludible: lo peor que podemos hacer es terminar confundiendo y llenar de dudas a la otra persona.

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