La infección por el SARS-CoV-2 no empeora la esclerosis múltiple

Según un estudio italiano publicado en la revista Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry, los pacientes con esclerosis múltiple que contraen COVID-19 no experimentan un empeoramiento de la esclerosis múltiple a largo plazo. 

Los resultados fueron básicamente los mismos que los de pacientes similares que no contrajeron la infección.

"En el estudio se muestra que, a pesar de la experiencia de que COVID-19 desencadena afecciones autoinmunitarias en personas sanas, no parece aumentar el riesgo de actividad clínica-radiológica de la enfermedad ni el empeoramiento motor y cognitivo en personas con esclerosis múltiple", afirman los investigadores. "Con este hallazgo se apoya el moderamiento de las políticas preventivas de COVID-19 también en esta población frágil ".

Los investigadores llevaron a cabo un estudio longitudinal de casos y controles en el que se compararon 174 pacientes con esclerosis múltiple que tenían antecedentes de COVID-19 sintomática confirmada serológicamente (ninguno de los cuales estaba vacunado en ese momento) y un grupo emparejado de 348 pacientes con esclerosis múltiple que no tenían antecedentes de COVID-19. Los investigadores compararon los grupos en cuanto a las medidas clínicas y de imagen a los 18-24 meses después de la infección o de la evaluación inicial.

Durante el seguimiento, los pacientes con y sin COVID-19 no difirieron significativamente en lo que respecta al porcentaje de empeoramiento de su puntuación en la Escala Expandida del Estado de Discapacidad (15,4 % frente a 10,8 %), de recaídas (6,6 % frente a 5,4 %) o de cambios en su tratamiento modificador de la enfermedad (7,4 % frente a 3,8 %).

Los grupos también tenían una probabilidad similar de haber desarrollado lesiones T2 nuevas o ampliadas (8,8 % frente a 10,2 %) y lesiones intensificadas por gadolinio (6,7 % frente a 3,9 %) en la resonancia magnética cerebral.

Aproximadamente 1 de cada 5 pacientes tanto del grupo con COVID-19 como del grupo sin COVID-19 presentaba deterioro cognitivo durante el seguimiento (22,1 % frente a 23,0 %), y sus prevalencias de depresión, ansiedad, fatiga, estrés y sueño deficiente también eran similares.

La respuesta inmunitaria celular al SARS-CoV-2 no difirió entre los grupos, aunque la mayoría de los pacientes habían sido vacunados durante el seguimiento. 

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