Una historia de lucha y esperanza en el Centro de Rehabilitación
Ubicado sobre la carretera 57 en Nueva Rosita, el Centro de Rehabilitación "Mano con Mano" cumple dos años brindando apoyo a personas con problemas de adicción a las drogas y el alcohol. Este espacio de puertas cerradas ha recibido a 190 personas en busca de ayuda, muchas de ellas enviadas por sus familias y otras que, tras un profundo sufrimiento, deciden cambiar su vida.
Uno de los casos más impactantes y que recientemente se hizo viral en redes sociales es el de Kimberly, una joven cuyo deterioro por el consumo de sustancias conmovió a la comunidad. Su historia despertó preocupación y solidaridad entre los ciudadanos, quienes pedían ayuda para ella.
El encargado del centro, Emiliano García, relató que al hablar con Kimberly notó su desesperación y su deseo de salir adelante.
"Me preguntó si algún día volvería a estar tan bonita como las demás muchachas", recordó.
Esa pregunta reflejaba no solo su deseo de recuperación física, sino también el daño emocional que la adicción había causado en su autoestima.
Dada la alta ocupación en el centro de Nueva Rosita, Kimberly fue trasladada a un centro de rehabilitación en Saltillo, donde recibe el tratamiento adecuado.
"Lo importante es que aceptó la ayuda y está en un lugar donde la atenderán bien", señaló García.
La decisión de reubicarla obedeció a la necesidad de brindarle un espacio óptimo para su recuperación, asegurando que reciba la atención y el apoyo necesarios en esta difícil etapa.
El proceso de recuperación y los desafíos posteriores
El programa de rehabilitación en "Mano con Mano" tiene una duración mínima de seis meses. Durante este tiempo, los internos reciben terapias basadas en los principios de Alcohólicos Anónimos (AA) y Narcóticos Anónimos (NA), además de apoyo espiritual. Sin embargo, el verdadero desafío comienza después de salir del centro. Según García, el 99% de las personas que dejan de asistir a las reuniones recaen en la adicción.
"Esta es una enfermedad que nunca termina. La rehabilitación no se trata solo de dejar de consumir sustancias, sino de reconstruir la vida de la persona, ayudarla a encontrar un propósito y fortalecerla emocionalmente para enfrentar los desafíos del día a día sin recurrir a las drogas", explicó.
La historia de Kimberly es solo una de muchas que llegan a este centro de rehabilitación. En sus dos años de funcionamiento, "Mano con Mano" ha atendido a 190 personas provenientes de distintos lugares como Eagle Pass, San Antonio y Guadalajara. De ellas, 110 han sido adultos, mientras que el resto han sido menores de edad y mujeres.
Una lucha desde la experiencia propia
El encargado del centro, Emiliano García, no solo dirige el programa, sino que también ha vivido en carne propia el infierno de las adicciones. Durante años, su consumo de drogas afectó su vida y la de su familia, lo que lo llevó a buscar ayuda. Ahora, dedica su vida a rescatar a quienes enfrentan la misma lucha.
"Yo sé lo que se vive afuera. Fui una persona que hizo sufrir a mi familia y entiendo lo difícil que es salir de este mundo. Pero si a mí me ayudaron, yo también debo ayudar. Esa es la única manera de fortalecerme y de seguir adelante", afirmó.
Para García, la clave del éxito en el tratamiento radica en la empatía.
"Solamente quien ha pasado por lo mismo puede realmente entender a un enfermo de adicción. Alguien que no ha vivido esta lucha difícilmente podrá aconsejarlo de manera efectiva", agregó.
Costo y mantenimiento del centro
El centro de rehabilitación "Mano con Mano" opera gracias a las aportaciones de las familias de los internos. Para ingresar, se requiere una cuota de mil pesos, además de un pago semanal del mismo monto para cubrir la alimentación y las terapias.
"No es un negocio, es una misión para salvar vidas. La cuota es para darles buena comida, mantener el lugar en condiciones adecuadas y asegurar que tengan lo necesario para recuperarse física y emocionalmente", señaló García.
El caso de Kimberly ha sensibilizado a muchas personas y ha demostrado la importancia de contar con espacios de rehabilitación para jóvenes con problemas de adicción. Su historia es un recordatorio de que la lucha contra las drogas no es solo responsabilidad de los centros de rehabilitación, sino de toda la sociedad.
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