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Que Estados Unidos espíe narcos todo lo que quiera…

Juan Pablo Becerra -Acosta M.
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EL UNIVERSAL, bajo la batuta de David Aponte y Carlos Benavides, ha hecho un estupendo trabajo a lo largo de la semana. Nuestro diario nos dio información vital para entender la magnitud de lo que está sucediendo estos días, en lo que yo veo como los preparativos de la guerra (o guerrita) contra el narco que emprenderá Donald Trump dentro y fuera de su territorio: el presidente estadunidense pidió a los militares de su país que incrementaran los vuelos de espionaje para documentar los movimientos del crimen organizado en la frontera con México, de acuerdo con lo publicado en estas páginas y lo que trascendió en Washington.

El objetivo es saber con más precisión y detalle -milimétricamente- cómo, a qué hora, y por dónde fluye el tráfico de personas y drogas a lo largo de la frontera, con la complicidad de agentes corruptos de ambos lados del muro.

Eso ayudará a los militares estadunidenses desplegados en la frontera -y a la Patrulla Fronteriza- para que diseñen operativos a fin de detener el contrabando humano (no hay que olvidar la explotación sexual) y el trasiego de estupefacientes, además de que les permitirá neutralizar a posibles objetivos terroristas que pretendan entrar a Estados Unidos como si fueran migrantes comunes.

Pero no sólo eso, los vuelos espía también están concebidos para obtener en México lo que Estados Unidos ha logrado en todos los sitios en los cuales ha intervenido militarmente durante este siglo: una cartografía detallada de campamentos de guerra con la ubicación de tropas enemigas. En el caso mexicano se trata de ubicar asentamientos criminales donde se cocinan drogas sintéticas o químicas (por ejemplo, laboratorios en las zonas serranas y en poblados más grandes), pero también se pretende targetear centros de adiestramiento del sicariato nacional, como los detectados desde hace años en Chihuahua, o los que tiene el Cártel Jalisco Nueva Generación en varios estados.

Tal como sucedió en el norte del país con otros cárteles, el CJNG lleva años levantando jóvenes para reclutarlos por la fuerza, sobre todo a chavos de origen humilde engañados vía internet con promesas de trabajo y luego secuestrados en las terminales de autobuses de la zona metropolitana de Guadalajara, donde previamente son citados. El crimen organizado, no hay que olvidarlo, se agigantó debido a las torpezas de los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, y se ensoberbeció y volvió más temerario e insolente durante el sexenio pasado, gracias a la insensatez de Andrés Manuel López Obrador de menguar su combate.

Pero bueno, regresando a los que acontece estos días, consecuencia de aquellos días pasados, al final los despliegues aéreos militares de Estados Unidos sobre México tienen un objetivo concreto: se trata de poner sobre la mesa del Despacho Oval una gran charola de caramelos bélicos (posibles operaciones militares), para que el presidente Trump opte por algunos y cumpla con sus estridentes compromisos de campaña en el sentido de que neutralizará a los cárteles, e incluso, de ser necesario, los borrará de la Tierra, estén donde estén.

Ese “estén donde estén”, ¿es realmente viable en suelo nacional? Sí, al menos parcialmente. Como Estados Unidos ya declaró organizaciones terroristas a varios cárteles mexicanos, en la Casa Blanca creen que sus militares tienen el derecho de “neutralizar” a esos grupos por medio de la destrucción de sus centros operativos. ¿Cómo lo harían? Con tecnología que permite ataques quirúrgicos a través de drones militares, tal como lo han hecho en Medio Oriente o en Afganistán.

¿Alguien va a protestar porque un dron haga volar en pedazos un campamento narco durante una noche cualquiera en Chihuahua, Sinaloa o Durango? En principio, yo no. El problema es que muchas veces en esos laboratorios clandestinos de droga trabajan y viven, literalmente, jóvenes esclavos, además de los halcones y sicarios que los vigilan. ¿Serían permisibles esas bajas colaterales? Eso, es algo con lo que tendrá que lidiar el gobierno mexicano.

¿Qué otra cosa pretende conseguir Washington con esos sobrevuelos? Información muy relevante de coordenadas que permitan orquestar incursiones de sus cuerpos de élite para capturar objetivos narcoterroristas muy codiciados, como pudiera ser el caso de Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, el líder del CJNG, organización que tiene presencia en incontables condados estadunidenses a través de sus socios gringos. No hay que olvidar que este mes y hasta marzo un grupo de militares estadunidenses, justamente de élite, estará capacitando a miembros de cuerpos militares de élite mexicanos.

Regreso a los vuelos. La Presidenta aceptó esta semana que hubo incursiones aéreas de espionaje, el Secretario de la Defensa también, y Estados Unidos lo reconfirmó y aseguró que la información obtenida en esas operaciones la comparte con México. Los primeros dos matizaron diciendo que las aeronaves extranjeras no habían violado el espacio aéreo nacional en Baja California y Chihuahua, pero hay otros datos procedentes del Pentágono que dicen lo contrario.

Me parece que eso no es relevante en este momento, salvo para quienes exacerban el nacionalismo y se envuelven en la bandera nacional que ondea en la comentocracia. No hay mejor manera de callarle la boca el señor Trump, quien recién nos acusó en un documento oficial firmado en la Casa Blanca de tener un gobierno aliado con el narco (sí, un narco-gobierno), que combatir conjuntamente al crimen organizado. Sí, conjuntamente, con toda determinación, si acaso pretendemos que Estados Unidos suprima o limite el tráfico de armas hacia México, porque actualmente su frontera hacia nuestro país es una coladera: de allá para acá no revisan nada de lo que cruza.

Si un país no tiene ciertas capacidades militares y de seguridad e inteligencia, debe usar las de un aliado, mucho más si es un vecino enorme y poderoso. Es algo básico en el ejercicio de la geopolítica internacional. Eso viene en el libro más rudimentario de Política y Diplomacia Kínder 1. ¿O qué libros de estrategia política y de guerra han leído últimamente en la Secretaría de la Defensa, en Bucareli y en Palacio Nacional que recomienden hacer lo contrario en un caso así? Algo de Sun Tzu, no: él hablaba de la enorme importancia de generar inteligencia para la guerra, a través de mucha información y espionaje… que es lo que puede aportar Estados Unidos a México.

Ya es tiempo de pensar con una mentalidad abierta y moderna, porque el crimen organizado es un conglomerado multinacional que se expande como la lava por las laderas después de una erupción y que se actualiza como la Inteligencia Artificial. Que yo sepa, México no tiene las capacidades aéreas de espionaje que posee Estados Unidos, así que, en un marco de cooperación, México debe aliarse con Estados Unidos y usar para nuestro beneficio todos los juguetes de guerra que tenga el vecino. ¿O alguien, algún patriota envuelto en la bandera decimonónica me puede llevar a un hangar mexicano para presumirme nuestras damas dragonas, nuestras aeronaves espía U2? ¿O nuestros RC-135 River Joint que interceptan las comunicaciones criminales? ¿Algunos Boeing P-8A Poseidón para detectar sumergibles como los que usa el narco?

Usemos a los gringos con todo y sus juguetes de guerra, porque de todas maneras ellos los van a utilizar.

Los leo, patriotas.

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