Masacre de Allende: el brutal ataque de Los Zetas que cambió Coahuila para siempre

A 14 años de la Masacre de Allende, Coahuila recuerda uno de los episodios más brutales de la guerra contra el crimen organizado en México.
La Masacre de Allende, ocurrida entre el 18 y el 20 de marzo de 2011, es uno de los episodios más brutales en la historia reciente de México. Los Zetas, en respuesta a una supuesta traición, sembraron el terror en este pueblo coahuilense, dejando decenas de desaparecidos, familias destrozadas y una comunidad que aún lucha por la justicia y la memoria.
El origen de la masacre: traición y venganza

La Masacre de Allende tuvo sus raíces en una operación fallida de la DEA (Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos) para capturar a los líderes de Los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales (“Z-40”) y Omar Treviño Morales (“Z-42”).
En 2011, la DEA interceptó a José Vázquez Jr., alias “El Diablo”, un distribuidor clave de Los Zetas en Texas. Bajo presión, Vázquez proporcionó información sobre los hermanos Treviño Morales, pero esta filtración llegó a oídos del cártel a través de agentes corruptos de la Policía Federal mexicana.
Al descubrir la traición, Los Zetas identificaron a la familia Garza, de Allende, como los supuestos delatores y desataron una ola de violencia sin precedentes.
Tres días de terror

Entre el 18 y el 20 de marzo de 2011, decenas de sicarios de Los Zetas llegaron a Allende en 50 camionetas. Durante tres días, el pueblo se convirtió en un escenario de horror: hombres, mujeres, niños y ancianos fueron secuestrados, asesinados o desaparecidos. Las propiedades de la familia Garza y sus allegados fueron destruidas con retroexcavadoras, y los cuerpos de las víctimas fueron quemados o arrojados a ríos.
La cifra oficial de desaparecidos es de 28 personas, pero organizaciones civiles estiman que el número real supera los 90, e incluso hablan de cientos de víctimas.
El impacto en las familias: dolor y resiliencia
Una de las familias más afectadas fue la de Adanary, una joven madre desaparecida junto con su esposo y otros familiares. Su madre, Olga Lidia Saucedo García, fundó la asociación “Alas de Esperanza” para buscar a desaparecidos y apoyar a otras familias.
Años después, un sicario confesó haber asesinado a Adanary, descuartizado su cuerpo y arrojado los restos a un río. A pesar del dolor, Olga Lidia y su hija Olguita continúan luchando por la justicia. Olguita, ahora estudiante de Derecho, busca ayudar a su madre y a otras víctimas.
Samanta, la hija de Adanary, creció sin sus padres y carga con el peso emocional de su ausencia. “Me acostumbré a estar sola y me siento mal”, dice con tristeza.
Allende hoy: silencio y miedo
A más de una década de la masacre, Allende sigue marcado por el silencio y el miedo. Las propiedades destruidas permanecen en ruinas, y los habitantes evitan hablar del tema por temor a represalias. Aunque los líderes de Los Zetas fueron capturados, la sombra del crimen organizado persiste en la región.
La lucha por la memoria y la justicia
Organizaciones como “Alas de Esperanza” continúan buscando a los desaparecidos y exigiendo justicia. En 2015, se erigió un obelisco en memoria de las víctimas, con una placa que reza: “Pueden pasar los días y podrá separarnos la distancia, pero siempre nos unirá el amor y la esperanza”.
La Masacre de Allende es una herida abierta en la historia de México. Como dijo Olga Lidia: “Seguiré firme hasta el último suspiro de mi vida”.
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