Los Warriors desafían al rival más temido de todos: el tiempo

Esta es una historia de lucha contra el tiempo. Una pelea ganada palmo a palmo por seguir perteneciendo. Stephen Curry, Draymond Green y Jimmy Butler III: tres veteranos, tres guerreros. En la tierra del triple, donde ese número se convirtió en una obsesión y una virtud, ellos son los representantes de una era.
Siempre son tres.
Jimmy Butler (35 años), Stephen Curry (37) y Draymond Green (35), de los Golden State Warriors, están entre los jugadores más veteranos aún en competencia en esta segunda ronda de los playoffs de la NBA. Los playoffs, ese escenario donde la nostalgia choca de frente con el presente.
No te vayas nunca, campeón.
El cansado peso pesado vuelve al ring, decidido a demostrar que todavía puede. Que un golpe preciso puede cambiarlo todo, que un destello a tiempo puede encender la llama. Este es el instante. Aquí y ahora. Es la NBA que se niega a irse, enfrentando a la que quiere llegar.
En la esquina opuesta, Anthony Edwards. El nuevo rostro. El cazador de gigantes. Eliminó a Kevin Durant, luego a LeBron James, y ahora va por Curry.
Juventud ágil, mirada aguda. ¿Quién tiene más para dar? En San Francisco, el pasado se resiste a desaparecer. En Minnesota, el futuro se prepara para despegar. La física puede explicar lo evidente, pero será la química quien defina el resultado.
Los Warriors se mantienen en pie gracias a la experiencia. Sin un pívot dominante, su fuerza está en sus tiradores. Si no es Curry, es Buddy Hield o Brandin Podziemski. El plan de Steve Kerr se apoya en quintetos bajos, pero hay algo más allá del esquema: el carácter. El alma de un equipo inolvidable. Green representa la defensa, la intensidad, ese factor impredecible. Butler, como heredero de Klay Thompson, es un jugador de otra época: en el reino del triple, él apuesta por el doble. En tiempos de tiros lejanos, él opta por el término medio.
Los Warriors, como ante los Rockets, seguirán partiendo como no favoritos. En cada serie, se miden con rivales más jóvenes y más rápidos. Ellos lo saben. Nosotros también. Pero están dispuestos a hacer el esfuerzo extra. Porque el deporte, como la vida, no solo es perder con dignidad, sino también saber ganar. Y ellos lo demostraron una vez más en Houston. Ahora quieren repetirlo.
Estos Warriors sí que hacen honor a su nombre. Son humanos que aceptan un reto digno de dioses. Luchan contra el calendario. Cada triple de Curry, cada defensa de Green, cada grito de Butler, es una declaración de guerra al paso del tiempo. Como Houdini escapando una vez más, como si el reloj pudiera detenerse. Corren como si tuvieran veinte años. Vuelven a sentir la libertad. A creer que todavía pueden con el mundo.
Y lo hacen con nosotros de su lado. Con todos los que seguimos su travesía desde casa, rodeados de niños que corren y canas que se multiplican. Sabemos lo que fueron. Sabemos lo que les cuesta intentar volver a serlo.
Los amantes de la lógica dirán que el tiempo siempre gana. Pero los que creemos en la poesía, en los milagros disfrazados de esfuerzo, celebramos lo más importante: que lo intenten. Contra todo. Contra todos.
Curry, con su puntería legendaria. Butler, con el alma de la calle. Green, con su intensidad implacable. Queremos que estos Warriors —los de ayer, los de hoy, los que vendrán— nunca se apaguen.
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