Los neandertales tenían la cara más grande que nosotros. Y nosotros somos los diferentes

Aunque los neandertales y los humanos modernos comparten un ancestro común, la ciencia demuestra que sus caminos se separaron hace entre 650.000 y 500.000 años, evolucionando hacia especies distintas. A lo largo de este tiempo, los rostros de ambas especies adquirieron formas diferentes.
Los rostros humanos modernos, en general, son más pequeños y con facciones más delicadas. Durante años, este cambio se ha considerado un misterio, pero un nuevo estudio ha identificado un factor clave en esta transformación.
Publicado el lunes en el Journal of Human Evolution, el estudio realizado por un equipo de investigadores revela que los rostros humanos modernos alcanzan su tamaño definitivo mucho antes que los de los neandertales. Además, los neandertales tenían más desarrollo óseo en áreas como los pómulos y la nariz. Aunque este hallazgo no resuelve por completo el misterio de la forma diferente de los rostros, sí explica el proceso que ha dado lugar al rostro humano actual.
Según Alexandra Schuh, investigadora postdoctoral del Departamento de Orígenes Humanos en el Instituto Max Planck de antropología evolutiva y autora principal del estudio, "nuestros hallazgos muestran que, debido a un cambio en el desarrollo, especialmente en las etapas finales de crecimiento, los rostros se hicieron más pequeños". A diferencia de los neandertales y los chimpancés, cuyos rostros siguen creciendo, el rostro humano deja de crecer alrededor de la adolescencia, lo que resulta en un rostro adulto más pequeño.
¿Qué analizaron los investigadores? Schuh y su equipo analizaron cómo cambia la forma del rostro y la actividad de las células óseas a lo largo de la vida de los humanos modernos, los neandertales y los chimpancés, comparando los cráneos de 128 humanos, 13 neandertales y 33 chimpancés. Los resultados mostraron que la región media del rostro (entre los ojos y los labios) de los neandertales es más grande que la de los humanos modernos desde el nacimiento, y sigue creciendo durante un período más largo, lo que contribuye a su característico rostro proyectado. Los rostros de los neandertales se expanden considerablemente durante la niñez y la adolescencia.
En contraste, los rostros humanos modernos alcanzan su tamaño definitivo en la adolescencia, lo que resulta en una región media más pequeña y grácil. Aunque los chimpancés tienen un patrón de crecimiento facial diferente al de los humanos y los neandertales, su rostro es más similar al de los neandertales.
Schuh destacó que el cese del crecimiento facial es una característica distintiva de nuestra especie: "Identificamos un patrón de desarrollo único del Homo sapiens".
La diferencia microscópica En el nivel celular, la investigación mostró que los humanos modernos tienen menos reabsorción de hueso, lo que indica una menor actividad celular en el desarrollo óseo. La mayor formación de hueso en las regiones infraorbital y nasal, y una tasa de crecimiento más rápida, son responsables de la forma facial de los neandertales.
El estudio también señaló que los chimpancés tienen un patrón de crecimiento óseo diferente al de los humanos modernos y los neandertales, especialmente en su prominente región canina.
¿Por qué esta diferencia? Aunque el estudio arroja luz sobre cómo los humanos desarrollaron rostros más pequeños y delicados, aún no se sabe por qué ocurrió este cambio. Algunos científicos sugieren que la dieta podría haber jugado un papel, o que se debe a una adaptación para facilitar el habla. Otros proponen que las facciones más suaves pudieron haber sido favorecidas socialmente, lo que se conoce como la "hipótesis de la auto-domesticación humana".
Sarah Freidline, antropóloga biológica de la Universidad de Florida Central y coautora del estudio, comentó que "las facciones más gráciles de los humanos modernos podrían estar vinculadas a cambios en el comportamiento, como una mayor cooperación social y una disminución de la agresión".
En definitiva, este estudio revela una característica más que diferencia a los seres humanos modernos de todas las demás especies, incluidos nuestros parientes más cercanos.
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