Los Extraditables mexicanos y el quid pro quo
Marcela Gómez ZalceEl chantaje es una forma de manipulación en la que una persona amenaza a otra con revelar información comprometedora, causar daño o tomar una acción negativa si no cumple con ciertas exigencias. Las amenazas creíbles del presidente Donald Trump para someter al gobierno de Claudia Sheinbaum y obligarlo a actuar en contra de la fallida política de abrazos del sexenio pasado ha dado resultados en un periodo corto de tiempo que rayan en lo espectacular; miles de criminales detenidos, laboratorios desmantelados, delincuentes extraditados y toneladas de pastillas de fentanilo decomisadas.
El panorama de resultados en la nueva política de seguridad exhibe la justificación de la narrativa estadounidense de que grandes regiones del país están gobernadas por el narcotráfico.
Los intereses de la hidra político-criminal alcanzaron niveles (in)sospechados de colusión logrando la designación de grupos terroristas (FTO) a los cárteles mexicanos y dar un golpe de timón en la relación bilateral. En este nuevo paradigma se entiende la (presión) acción contra 29 “Extraditables” mexicanos justo en el timing del chantaje epistolar. ¿Esto marca el quid pro quo en el “affaire” Zambada?
Claudia Sheinbaum está obligada a terminar debilitando las estructuras criminales empoderadas el sexenio pasado cuyo resultado fue esa pax narca que logró una verdadera transformación criminal epicentro de la tensión bilateral.
Sin embargo, la amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos trastoca un universo más amplio enfocado en la agenda comercial y en el amago de los aranceles.
El proteccionismo estratégico impulsado por los asesores de Trump y que fue eje de su campaña, tiene como meta alcanzar la autonomía estadounidense en un mundo cuyo orden geopolítico está en ebullición constante ante riesgos impredecibles.
El discurso de regresar ciertas industrias estratégicas a los Estados Unidos transita en esa ruta y Trump pretende desarrollar medidas para adaptarse y responder a cambios inesperados e ir minimizando riesgos en las cadenas de suministro.
Uno de los obstáculos que enciende las alertas sobre México es el relacionado con la fragilidad institucional –como muestra la irresponsable reforma judicial— el debilitamiento del Estado de derecho, la inseguridad y el empoderamiento de los cárteles que dominan un tramo importante de la logística comercial; violencia en carreteras, impunidad en derecho de piso y extorsión, ataques a trenes de carga y rutas controladas por células delictivas.
La mezcla trumpista tiene los ingredientes para una tormenta perfecta de cuatro años sobre la administración de Sheinbaum que emite señales sobre el miedo y los medios del terrorista Ismael “Mayo” Zambada, símbolo de corrupción, violencia e impunidad.
Inadmisible el chantaje para solicitar su repatriación en el timing de negociaciones de alto nivel bilateral alrededor del T-MEC y la agenda arancelaria. México tiene que convertir este desafío en oportunidad aprovechando el momentum para influir en el rumbo de los acontecimientos.
Y un primer paso es entregar a los protagonistas de la hidra político criminal para generar opciones de beneficio mutuo y equilibrar algunos intereses entre ambos gobiernos.
La duda razonable en esta nueva cooperación, estrenada con el avión de los 29 “Extraditables” con el simbolismo que significó entregar a Caro Quintero el día de la reunión del gabinete de seguridad con Marco Rubio, empieza a ser suficiente.
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