Las cosas no siempre son dulces a veces hay que saborear lo amargo
Hector Guerrero SolanoRosa Elva Ibarra viuda de Salas
Mujer, madre, abuela, empresaria
Las cosas no siempre
Son dulces, a veces hay
Que saborear las amargas
Es una de las mujeres empresarias más queridas y reconocidas en Piedras Negras por su negocio de Super Dulcería Salas, un personaje con más de 60 años de trayectoria, ella es doña Rosa Elva Ibarra.
¿Quién es Rosa Elva?
“Una mujer, mamá orgullosa, con hijos, abuela y bisabuela, una mujer empresaria con más de 60 años de trayectoria que se dice fácil, pero ha sido toda una vida de dedicación y esfuerzo constante, de sacrificio, de lucha, de muchos obstáculos y al final de recompensa por la bonita familia que tengo”.
¿Cómo nació este negocio?
“Es una larga historia. Todo comenzó cuando conocí a mi esposo aquí en Piedras Negras. El tenía un camión y vendía naranjas en el Mercado Zaragoza, en tiendas de abarrotes y algunos centros comerciales. Vendía la carga y luego hacía otro viaje. El era de Montemorelos, Nuevo León, un muchacho con muchas ilusiones, una persona trabajadora, muy entusiasta que siempre vio la vida de forma positiva, y que me gustó y nos casamos”.
¿Se repite la historia, otros empresarios conocieron a una joven de aquí y se casan?
“Nos conocimos a finales de los 60s. Aún no tenía negocio, andaba con flete transportando la mercancía. A veces vendía en Estados Unidos o en otros municipios; luego nos conocimos y con el paso del tiempo se quedó a vivir aquí”.
¿Cómo nació Dulcería Salas?
“Se llamaba Frutería Salas, era un salón grande allí la pusimos. Comenzamos vendiendo naranjas, luego le agregamos dulces. Con el paso de los años dejamos las frutas y nos seguimos con dulces de todo tipo
“Fue entonces como nació Dulcería Salas, actualmente es Súper Dulcería Salas y tenemos una sucursal en avenida Industrial que maneja mi hija Alejandra, a quien siempre le gustó desde pequeña este negocio”.
¿Siguen siendo tu dulce tradición?
“Si ese es el slogan que tenemos ahora, Somos tu dulce tradición, una frase que nos identifica en toda la ciudad y en
otras partes, porque antes y ahora seguimos vendiendo los dulces que gustan a los niños de hace años y que ahora son papás o abuelos. Somos toda una tradición”.
¿Qué recuerda en todos estos años del negocio?
“Muchas cosas, por ejemplo, el sonido del cucharón entrando a los barriles de dulces y luego ponerlos en bolsas. Esa imagen y ese sonido es permanente. Es emocionante escucharlo, olerlo, te transporta y que te emociona.
“Antes y ahora teníamos barriles llenos de dulces y allí llegaba la gente y tomaba un poco de esto y un poco de aquello y a la gente le gustaba hacerlo, es decir escoger un poco de esto o aquel dulce y llenar sus bolsitas”.
¿Qué tipo de dulces?
“De todos, teníamos latas de 20 kilos con barrilitos, piñatas, carritos, cacahuates, chocolatitos. Es decir, había mucho y de todo un poco a granel. Y te repito, a la gente le gustaba mucho hacerlo”.
¿Ser madre y atender el negocio fue complicado?
“Si imagínate, el negocio mi primera hija nació en el 64 Rosalinda, y luego en el 66 otra vez embarazada. Es decir, siempre atendí a mis hijos y el negocio incluso estando esperando hijo. Fueron tiempos de levantarse a las 4 o 5 de la mañana a recibir la carga, luego preparar todo a tus hijos para la escuela y regresar a la Dulcería”.
¿Algunas anécdotas?
“En aquellos años teníamos clientes de niños que venían con sus papás, que luego se fueron a Estados Unidos y otros estados del país. Pero que ahora regresan como papás con sus hijos o incluso como abuelos con nietos, para que conozcan donde compraba los dulces. Es algo que me han dicho muchas veces.
“Una vez vino un señor y me pidió una piñata con la figura de un caballo café y cola y crin negra para una fiesta de su nieto en el otro lado. Me dijo que su niño vio la fotografía del caballo y quiso una igual”-.
¿Hay obstáculos que enfrentó?
“A veces no todo es dulce. Hace años mi esposo envió una carga a Guadalajara en camión doble remolque con dos choferes. Y me dijo que regresarían vacías las cajas que si queríamos aprovechar.
“Entonces compramos mercancías en Monterrey para la Dulcería, pero el camión se volcó, los choferes huyeron y prácticamente se perdió toda la mercancía. Fue algo complicado, al final mandamos otro trailer y solo encontró cajas de hojas para tamales y cajas de huevos destrozados”.
¿Impactó la pandemia?
“Si a todos. Fueron dos años de emergencia, pero en el caso de los negocios fueron dos meses cerrados con bodegas llenas de mercancías. Fue algo complicado, pero fue general.
“Muchos entendimos que este tipo de tropiezos lejos de derrotarse te fortalece, te da experiencia, aprendes. Y a veces, entiendes que no siempre al vida es dulce, se tiene que saborear”.
Noticias del tema