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Esperar, el duelo constante de las familias de desaparecidos

Esperar, el duelo constante de las familias de desaparecidos
Hector Guerrero Solano
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¿Se ha hecho lo suficiente? Es una pregunta fácil de responder. Nó, no se ha hecho lo suficiente y la prueba mayor es que siguen desaparecidos

Aunque se abre una nueva página en la historia de la masacre de Allende, las familias de las personas desaparecidas siguen atrapadas entre la esperanza y el dolor. Han pasado quince años, y el deseo de venganza o justicia ha dado paso a una necesidad aún más profunda: saber qué pasó con sus hijos, padres o hermanos.
Ellos, los familiares de los desaparecidos, también han sido víctimas. Viven con el peso del miedo, del silencio impuesto y de los estigmas que rodean a sus seres queridos. Muchos aún temen hablar, pues enfrentan comentarios crueles que juzgan sin conocer la historia completa. Pero la realidad es que muchas de las víctimas simplemente estaban en el lugar y el momento equivocados; no todos estaban involucrados en actos ilícitos.
El duelo se vuelve interminable cuando no hay respuestas. La ausencia se convierte en un eco persistente que carcome el alma. Y mientras las páginas de la historia continúan escribiéndose, estas familias siguen esperando, resistiendo y exigiendo lo más básico: la verdad.

¿Se ha hecho lo suficiente? “Es una pregunta fácil de responder. Nó, no se ha hecho lo suficiente y la prueba mayor es que siguen desaparecidos. No sabemos si están vivos, si victimados, no hay nada”, responde Reyna Isabel Martínez Guerrero, esposa buscadora de Allende.
¿Ansían recuperarlos? “Si claro, es lo que deseamos todas las familias, recuperarlos vivos, es la esperanza que nadie puede quitarnos. Pero, tantos años sin saber de ellos es doloroso, queremos información que nos digan que pasó”.
¿Están pidiendo justicia? “A estas alturas, quince años después, no es justicia ni venganza. Nó, no es eso. Solo queremos saber, así de sencillo”
“¿Cuánto tiempo más?”, se pregunta.
Doña Isabel tiene desaparecido a su esposo, y ahora sus hijos de 8 y 2 años en 2011, ahora de 22 y 17 me preguntan qué fue lo que pasó, y no tengo respuestas.
¿Ayudan las ceremonias frente al obelisco?
“Sí, si ayudan. Es un ejercicio de visibilización. Nos ayuda a recordar y a no olvidar. Pero también a seguir haciendo hincapié en las autoridades en encontrarlos”.
¿Algunas personas son muy agudas en sus críticas?
“Sí, y me molesta mucho. Sabemos que hay gente que dice que andaban mal, pero yo les digo no todos, la mayoría estaba en el lugar y el momento equivocado. Hay muchas situaciones, no todos andaban mal”.
¿Hay algunos que quieren rehacer sus vidas en Allende?
“Hay cosas que no sabemos cómo cuántos son desaparecieron. La verdad no tengo ese dato. Y muchos que huyeron quieren recuperar sus bienes, vivir en Allende otra vez, aunque desconozco si han sido apoyados”.

La historia duró 48 horas

Este mes dos de los presuntos culpables de la masacre están siendo juzgados en Tribunales de los Estados Unidos.
Aquí hay carpetas de investigación no concluidas lo que detiene muchos trámites.
El 18 de marzo de 2011 y en 48 horas, en el municipio de Allende – a 50 kilómetros del río Bravo- ocurrió una de las peores tragedias conocida como la masacre de Allende.
Todo comenzó a las 7 de la tarde en el rancho de Los Garza, desde allí se siguió en Morelos, Piedras Negras, Sabinas, Monclova.
Se hablan de 42 personas desaparecidas, o pudieron ser 300, hasta el momento la información oficial son 28 desaparecidos y otras 20 que se desplazaron.

Esperar, el duelo constante de las familias de desaparecidos
Esperar, el duelo constante de las familias de desaparecidos

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