Entrevista con Claudia Andrade

'Vivir para Servir: Un Compromiso de corazón y solidaridad'

Claudia Andrade Bernal es una mujer comprometida con el bienestar de su comunidad y con el servicio social. Es la presidenta de la Fundación Bravitos de Corazón, una organización que comenzó con el objetivo de apoyar a deportistas, especialmente en el área del béisbol, y que con el tiempo se ha expandido para abarcar diversas áreas de apoyo social. Además, Claudia forma parte activa de las Damas Voluntarias de la Cruz Roja y trabaja de la mano con su esposo, Andrés Calvillo, para llevar a cabo varias iniciativas en favor de la comunidad. A lo largo de su vida, Claudia ha sido testigo de las dificultades que enfrentan muchas familias, lo que la ha motivado a poner en marcha diversos proyectos para brindar apoyo.

¿Cuáles son las principales actividades que realizas? Completamente a la Fundación Bravitos de Corazón, una organización con la que trabajamos para apoyar a los deportistas, especialmente los de béisbol, pero también a otros atletas de diferentes disciplinas. Además, también formo parte activa de las Damas Voluntarias de la Cruz Roja, donde junto con mi esposo, Andrés Calvillo, trabajamos en el patronato para apoyar con diversas actividades que van desde la colecta de fondos hasta el apoyo directo a personas que lo necesiten. Me siento muy afortunada de poder participar en ambos proyectos, porque son una fuente de satisfacción y alegría, ya que nos permiten ayudar y servir a quienes más lo necesitan.

¿Cuánto tiempo llevas con la Fundación? Llevamos seis años trabajando con la Fundación Bravitos de Corazón. Al principio, mi esposo y yo comenzamos de manera muy humilde, entregando apoyos a deportistas, principalmente en el área de béisbol, ya que es nuestro deporte favorito. Inicialmente, solo apoyábamos a chicos que necesitaban material o recursos para su entrenamiento. Sin embargo, con el tiempo nos dimos cuenta de que no solo era necesario apoyar en el deporte, sino que muchas veces las familias de estos deportistas también requerían asistencia en áreas más amplias, como en alimentos o medicinas. Fue entonces cuando comenzamos a abrir nuestro enfoque hacia la labor social, y la Fundación creció a partir de allí.  

¿Qué te motivó a ayudar a la gente? Desde pequeña, crecí en una familia que no contaba con muchos recursos. A veces, llegaba el fin de semana y no teníamos suficiente comida en casa, y eso fue algo que me marcó. Las dificultades que viví me ayudaron a comprender la importancia de brindar apoyo a quienes lo necesitan. Creo que el ayudar a los demás es algo que viene de dentro, una especie de vocación, y cuando tienes la oportunidad de hacerlo, no puedes quedarte quieto. Afortunadamente, la vida me dio la oportunidad de mejorar mi situación, y una vez que pude, me comprometí a apoyar a los demás, siempre recordando de dónde vengo y cómo fue mi propia lucha.

¿Por qué decidieron poner las oficinas en Agujita? Decidimos establecer las oficinas en Agujita porque, aunque hace casi diez años que vivo en Sabinas, sigo teniendo una profunda conexión con Agujita, que es mi lugar de origen. Además, esas oficinas pertenecían a mi suegra, y estaban algo abandonadas. Nosotros, junto con un gran equipo de voluntarios, decidimos remodelarlas para darles nueva vida y convertirlas en un espacio donde la gente pueda acercarse a recibir ayuda, hacer gestiones y participar en diversas actividades. Creemos que al estar en Agujita, podemos estar más cerca de las personas que realmente necesitan este tipo de apoyo.

¿Cuáles son los planes a futuro para la Fundación? La Fundación sigue creciendo y tenemos muchos proyectos en mente. A futuro, queremos ofrecer una gama más amplia de actividades, como clases de Zumba, corte de cabello, maquillaje, manualidades, repostería y muchas otras. Estamos trabajando en una agenda completa para este tipo de clases, y muy pronto comenzaremos a anunciarla en nuestras redes sociales. De igual forma, planeamos continuar con la gestión de apoyos materiales, como ropa, medicamentos y alimentos para las familias de escasos recursos. La respuesta ha sido muy positiva hasta ahora, y eso nos motiva a seguir adelante.

¿Qué consejo le darías a quienes quieren ayudar a los demás? Mi consejo es simple: vivir para servir. Creo firmemente que cuando te dedicas a ayudar a los demás, las oportunidades se abren, y las puertas que pensabas cerradas, se abren solas. Es cierto que a veces hay miedos e incertidumbres, especialmente cuando comienzas algo grande, pero al hacerlo con el corazón, las cargas se hacen más ligeras. La satisfacción de ver el impacto positivo que puedes tener en la vida de los demás es lo que realmente importa. Y recuerda, nunca es tarde para empezar; todos podemos hacer algo por los demás, por pequeño que sea, y siempre habrá algo que se pueda mejorar en la vida de alguien más.

¿Cómo logras equilibrar tu trabajo con la familia? El equilibrio es difícil, pero no imposible. Aunque muchas veces nos sentimos un poco desbordados por la cantidad de cosas que hay que hacer, siempre intento dar tiempo de calidad a mi familia. Los fines de semana, por ejemplo, son muy importantes para nosotros porque nos gusta mucho el béisbol, y aprovechamos esos momentos para compartir tiempo juntos. Además, he hablado con mis hijas sobre la importancia de este trabajo social, y ellas también han aprendido a involucrarse. Algunas veces ellas me acompañan a las colonias o ayudan en las actividades que organizamos, lo que me llena de satisfacción. Me siento muy afortunada de que mis hijas comprendan la importancia de dar y de servir a los demás, y eso nos ha unido más como familia.

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