Desde nuestros celulares hasta los relojes inteligentes y laptops, vivimos rodeados de dispositivos que funcionan con baterías, las cuales suelen ser sólidas y voluminosas. Pero, ¿qué pasaría si fueran flexibles, moldeables o incluso imprimibles?
Con esa visión en mente, un equipo en Suecia desarrolló una innovadora batería fluida capaz de adoptar distintas formas. Según un artículo publicado el 11 de abril en Science, esta batería utiliza electrodos en estado líquido, lo que representa un avance significativo hacia diseños más versátiles para tecnologías futuras que dependen de baterías.
“El componente más grande en los dispositivos electrónicos actuales son las baterías, y al ser sólidas, limitan el diseño”, explicó Aiman Rahmanudin, coautor del estudio y miembro de la Universidad de Linköping. “Con una batería blanda y adaptable, se pueden crear diseños personalizados para el usuario. El material tiene una textura parecida a la del dentífrico y podría imprimirse en 3D con la forma deseada”.
Electrodos líquidos: la clave del avance
Intentos anteriores de crear baterías flexibles se basaban en mecanismos móviles o materiales escasos y contaminantes. El avance de Rahmanudin y su equipo consistió en transformar los electrodos —normalmente sólidos— en sustancias líquidas.
Para entender su importancia, hay que recordar que una batería electroquímica funciona con dos electrodos —ánodo y cátodo— entre los que fluye electricidad gracias a una reacción química. Las baterías de mayor tamaño tienen mayor capacidad, pero sus componentes suelen ser rígidos. Lo novedoso de este trabajo es demostrar que la capacidad no depende de la rigidez del material.
Anteriormente, algunos proyectos utilizaron metales líquidos como electrodos, pero estos tendían a solidificarse. El equipo sueco evitó ese problema usando polímeros conjugados (plásticos que conducen electricidad) y lignina, un subproducto de la industria papelera. El resultado fue una batería recargable más de 500 veces, incluso si se estira al doble de su tamaño original.
Además de su flexibilidad, la batería es sostenible. “La lignina es un recurso abundante. Al transformarla en un componente valioso para baterías, contribuimos a una economía circular”, destacó Mohsen Mohammadi, coautor del estudio.
Actualmente, la batería logra un voltaje de 0.9 voltios, inferior al de las baterías AA (1.2 a 1.5 V) y mucho menor que el de un celular moderno (3.7 a 4.2 V). “Nuestro siguiente paso será mejorar el rendimiento químico para aumentar el voltaje”, adelantó Rahmanudin.
Este avance rompe literalmente con la estructura tradicional de las baterías y abre la puerta a nuevas formas y usos para los dispositivos del futuro