Con ojos tristes, una madre golpeada decide proteger a su hijo agresor
La afectada será trasladada a un asilo.
Leonarda, con el corazón roto, busca refugio en un asilo
En una humilde casa de la colonia Miguel Hidalgo, el silencio se rompía con los sollozos de una mujer mayor, quien con lágrimas en los ojos abrió la puerta a los policías municipales. Doña Leonarda, de 86 años, no necesitó decir mucho; su mirada, cargada de tristeza y resignación, reveló lo que su voz no quería pronunciar: había sido golpeada por su hijo, Rito Nicolás Martínez Borja, de 50 años.
El rostro de Leonarda mostraba no solo las marcas de los años, sino también las de una vida que hoy la golpea desde el lugar más doloroso: el amor de su hijo convertido en violencia. Según su nuera, el hombre, quien trabaja en un puesto de comida en la calle Jiménez con Álamos, había agredido brutalmente a su madre y aseguró que no es la primera ocasión.
Los oficiales trataron de cconvencerla,de levantar una denuncia, de buscar justicia para protegerse, pero Leonarda, entre lágrimas, negó con la cabeza. “Es mi hijo… no importa lo que haga, sigue siendo mi hijo”, murmuró con la voz quebrada, como si esas palabras fueran su única defensa para un corazón que no puede dejar de amar, aunque ese amor la destruya.
La mujer, que toda su vida dedicó a criar y proteger a su familia, ahora enfrenta sola el peso de una realidad que no parece tener salida. Su amor maternal, tan profundo como su dolor, la mantiene atada a un hijo que, lejos de cuidar de ella, se ha convertido en el motivo de su sufrimiento.
Los policías le explicaron que la ley estaba de su lado, que ella no merecía vivir con miedo en su propio hogar, pero Leonarda insistió en no denunciar. Con las manos temblorosas y los ojos húmedos, pidió a los oficiales que se fueran. “Gracias por venir… pero yo no puedo hacer eso”, les dijo con un hilo de voz que apenas sostenía las palabras.
Este acto de violencia no solo ha indignado a quienes conocen a doña Leonarda, sino que también ha dejado al descubierto una dura verdad: el amor de una madre, incondicional y eterno, a veces la lleva a soportar lo insoportable.
Rito Nicolás no fue detenido, pero las autoridades aseguraron que estarán atentos a cualquier reporte futuro. Mientras tanto, la afligida madre prefirió dejar su casa y ser llevada a un asilo, por sigue viendo en su hijo la esperanza de un cambio que quizá nunca llegue.
Leonarda, sola en su casa y con el corazón roto, continúa su vida como siempre lo ha hecho: con amor por los suyos, aunque ese amor le cause un dolor que nadie debería soportar.
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