Abuelito camina con sus zapatos rotos pidiendo un peso para sobrevivir
Don Jacobo, de 80 años, camina el centro pidiendo apoyo pese al frío y calzado inadecuado
No cuenta con unos zapatos dignos para caminar, pero aun así sale cada día a enfrentar las calles. A sus 80 años, Jacobo Peña Garza enfrenta el frío, el cansancio y el dolor para poder sobrevivir. Vive en la colonia El Pueblo, en la calle 2 de Abril (desconoce el número de su vivienda), y su única forma de sostenerse es pedir limosna en la zona centro de Monclova, avanzando despacio, con pasos inseguros, pero con una dignidad que no se le cae.
Este martes, cuando el “frío” calaba fuerte, don Jacobo volvió a salir sin importar que los zapatos que usa no sean de su talla. Calza del número 7, pero tiene que ponerse unos mucho más grandes que le regalaron. Se le salen a cada momento y apenas los sostiene con cintas viejas y desabrochadas, usándolos casi como pantuflas, porque caminar, aunque sea lento, es su única opción.
Caminar pese al dolor.
Cada paso representa un esfuerzo. Los zapatos grandes no protegen, no ajustan y no abrigan, pero don Jacobo sigue avanzando. Su recorrido por el centro es largo, y aunque el cuerpo le pide descanso, él continúa porque sabe que en alguna esquina puede encontrar una mano solidaria que le regale una moneda. El invierno ha sido especialmente duro. Don Jacobo enfrenta las bajas temperaturas sin el abrigo suficiente, exponiéndose al viento helado que acompaña su trayecto. Aun así, no se detiene, porque quedarse en casa tampoco es refugio cuando el frío entra sin permiso.
Una casa abierta al invierno.
En su vivienda, dos ventanas no tienen vidrio, por lo que el aire frío se cuela durante el día y la noche. Por ello, don Jacobo pide apoyo con al menos dos lonas que le ayuden a cubrirlas y mitigar el frío que invade su hogar en esta temporada. Con humildad, don Jacobo comparte lo que más necesita: unos zapatos de su talla. “Eso estaría más que padre”, dice con una sonrisa. También le serían de gran ayuda cobijas y ropa abrigadora para soportar el invierno que golpea sin misericordia.
Cómo colaborar con sus necesidades.
Quienes deseen apoyarlo pueden acudir a su domicilio o encontrarlo en su recorrido habitual por la zona centro. Regularmente, alrededor de las 11 de la mañana, camina por la calle Hidalgo pidiendo una monedita. Sus pasos son lentos, sus zapatos viejos, pero su voluntad de seguir adelante permanece intacta.
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