La confección de las pelucas se realiza con cabello natural donado por la comunidad y tiene el propósito de cambiar el estado de ánimo de las pacientes durante este difícil proceso.
La lucha contra el cáncer es un viaje que transforma vidas. Para muchos, este camino está lleno de retos emocionales y físicos, y uno de los aspectos más difíciles puede ser la pérdida del cabello.
La señora Armandina Herrera, quien ha vivido en carne propia los efectos devastadores de esta enfermedad, ha decidido convertir su dolor en una poderosa herramienta de apoyo para otras mujeres que enfrentan situaciones similares. De manera voluntaria, se ha unido al Grupo de Apoyo a Personas con Cáncer, donde ayuda a confeccionar pelucas oncológicas que se ofrecen gratuitamente a quienes atraviesan este duro proceso.
Un viaje de superación. La historia de Armandina comienza con su diagnóstico de cáncer, un momento que cambió su vida y su perspectiva. Tras recibir tratamientos intensos que comprometieron su salud y apariencia, ella experimentó la angustia de perder su cabello, una pérdida que va más allá de lo físico. Para muchas mujeres, el cabello es un símbolo de belleza y feminidad, y su ausencia puede afectar profundamente la autoestima. Sin embargo, en lugar de dejarse vencer por la adversidad, Armandina encontró un propósito en su sufrimiento. Armandina recuerda que, en su momento de necesidad, no había recursos locales para obtener pelucas. Esto la llevó a reflexionar sobre cómo podría ayudar a otras personas que atravesaban por la misma situación. Así, decidió ofrecer su tiempo y habilidades para confeccionar pelucas en el taller del Grupo de Apoyo.
“No quiero que ninguna mujer tenga que pasar por lo que yo pasé. Quiero que se sientan bellas y apoyadas”, afirma Armandina con una sonrisa.
Miembros. Cada peluca que elabora es un laborioso proceso que requiere paciencia y dedicación. Armandina trabaja con cabello natural donado por miembros de la comunidad, y cada mechón se convierte en una pieza única, confeccionada con amor y cuidado. “Cuando estoy trabajando, pienso en cada mujer que usará estas pelucas. Espero que les brinden un poco de felicidad en medio de su lucha”, comparte.
Trabajo voluntario. El impacto del trabajo de Armandina va más allá de la confección de pelucas. Cada vez que entrega una peluca, también ofrece un espacio de conversación y apoyo emocional. Ella sabe que el proceso de curación no solo es físico, sino también emocional. Al compartir su propia historia y escuchar las experiencias de otras mujeres, crea un lazo de empatía y comprensión que puede ser profundamente sanador.
En sus encuentros, Armandina también anima a las pacientes a mantener la fe y la esperanza.
Les recuerda que cada día es una nueva oportunidad para luchar y que no están solas en su camino. “El cáncer puede ser una experiencia aterradora, pero también puede enseñarnos la fuerza que tenemos dentro”, dice, reflejando su propia experiencia de superación.
Ella lanza un llamado a quienes deseen colaborar en esta noble causa, invitando a la poblaión a donar trenzas de cabello.
La comunidad juega un papel crucial en la provisión de recursos necesarios para seguir confeccionando pelucas. Armandina enfatiza que cada donación cuenta y que, al unirse a esta causa, las personas pueden ayudar a cambiar vidas. “Cada trenza donada es un paso más hacia la recuperación emocional de una mujer”, afirma Armandina. Además, destaca que también confeccionan turbantes para aquellas que prefieren no usar peluca, ampliando así las opciones disponibles para cada paciente.
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