The Hives llena de garage rock el Palacio de los Deportes con ambiente eléctrico y rockero
Redacción El TiempoLa banda de rock sueca formada en 1993 prendió a 13 mil 800 personas
Ver a The Hives en vivo es una experiencia que no te permite quedarte quieto. El blanco y negro que los caracteriza no es solo una elección estética, sino un reflejo perfecto de la esencia de una banda que lo da todo, sin matices ni medias tintas. Desde el primer acorde, es imposible no sumergirse completamente en el frenesí del show.
La velada arrancó con "Bogus Operandi", y de inmediato decenas de vasos comenzaron a volar por los aires, creando una atmósfera eléctrica y rockera. Si tenías la fortuna de observar desde las alturas, podías ver cómo la multitud saltaba al unísono, impulsada por la energía de la banda.
"¡Queridos amigos, vamos!", exclamó Howlin' Pelle Almqvist (Per Almqvist), el vocalista, mientras el público estallaba en gritos. Para la segunda canción, Main Offender, parecía que nadie en el área general se salvaba de ser bañado en cerveza, y entre el caos, los primeros valientes comenzaron a surfear sobre la multitud. La energía era contagiosa, y aunque había fans de todas las edades, no había un solo espectador que permaneciera sentado.
"Queridos amigos mexicanos, ¿qué tal? ¿Bien? ¿Fantástico? ¡Bienvenidos a Los Hives! ¿Les gustan Los Hives? A mí también", dijo el vocalista, mezclando inglés y español entre risas antes de arrancar la tercera canción.
The Hives, una banda de rock sueca formada en 1993 en Fagersta, alcanzó fama mundial en la década de los 2000 con el renacimiento del garage rock. Y aunque Pelle no domina el español, eso no le impidió conectar con el público mexicano. En varias ocasiones, bajó del escenario para cantarles directamente a los afortunados que estaban en las primeras filas.
"Señoritas y señores, finalmente estamos en el Palacio de los Deportes. ¡Esperamos mucho tiempo para esto! ¿Están felices de vernos? Nosotros estamos felices de verlos. ¡Ahora todos a bailar!", gritó con entusiasmo mientras la banda seguía con Rigor Mortis Radio y Walk Idiot Walk. No había respiro. La energía seguía subiendo con cada canción.
Durante "Good Samaritan", la banda hizo una pausa inesperada en medio del tema, mientras el público, lejos de detenerse, continuaba gritando eufórico. El vocalista aprovechó para bromear: "El concierto más grande de Los Hives en la historia de Los Hives. ¿Algún problema? ¿Por qué hay silencio? ¡El silencio no está invitado al concierto de Los Hives!".
Las canciones "Go Right Ahead" y "Stick Up" mantuvieron la intensidad en su punto máximo. Entre risas y aplausos, Pelle agradeció a los fans: "Muchas gracias por todos los conciertos de Los Hives en CDMX. ¡Toda mi gente, gracias y de nada!", bromeo haciendo reir a su público. Su humor mantenía al público enganchado, pero el momento cúspide llegó con "Hate to Say I Told You So", el clásico indiscutible de la banda. Los acordes de su himno de garage rock hicieron que todo el Palacio brincara al ritmo de la canción.
Almqvist bajó del escenario en varias ocasiones, jugando con el micrófono como un verdadero rockstar. Lo giraba, lo lanzaba y lo atrapaba con destreza, mientras subía a un banco para asegurarse de que todos en las gradas lo vieran en las pantallas gigantes. Además, ni él se libró de los baños de cerveza que salpicaban en cada canción. Como un showman nato, interactuaba con la audiencia y mantenía la energía a tope.
El recinto, con un aforo de 13 mil 800 personas, no estaba lleno, pero no importaba. El público no dejaba de corear el clásico "¡Oe, oe, oe, The Hives!" en cada pausa. En "Take Back the Toys", las luces de los celulares iluminaron el Palacio mientras se movían de un lado a otro. A pesar de las constantes interacciones de Pelle, el concierto transcurría a un ritmo bastante rápido, como si la banda tuviera prisa por aprovechar cada segundo.
Presentando al baterista Chris Dangerous (Christian Grahn) como "mitad hombre, mitad máquina, mitad animal", Almqvist dio inicio a la canción "I'm Alive". En otro momento, tomó una bandera mexicana lanzada por el público y puso un sombrero mexicano en su micrófono, en un gesto que provocó aún más gritos de emoción.
La noche siguió con canciones como Trapdoor Solution, Bigger Hole to Fill y Countdown to Shutdown. Tras un breve encore que mantuvo la expectativa en el aire, Come On!, Smoke & Mirrors y finalmente Tick Tick Boom pusieron fin a “el mejor concierto en la historia de los Hives”.
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