El conflicto armado entre 1910 y 1917, conocido como la Revolución Mexicana, comenzó como una lucha contra la reelección perpetua del general Porfirio Díaz, pero evolucionó en una guerra civil entre diversas facciones que buscaban representar la "auténtica revolución".
El origen: una lucha contra Porfirio Díaz
Tras 35 años en el poder, Díaz fue reelegido para el período 1910-1914. Esto llevó a Francisco I. Madero a proclamar el Plan de San Luis (5 de octubre de 1910), cuyo lema, "Sufragio efectivo, no reelección", clamaba por la justicia electoral, derechos laborales y la redistribución de tierras. El plan convocaba a un levantamiento armado el 20 de noviembre de 1910, fecha que marcó simbólicamente el inicio de la Revolución.
A pesar de la convocatoria, el levantamiento no fue coordinado; hubo insurrecciones previas, como la de los hermanos Serdán en Puebla, quienes se convirtieron en los primeros mártires del movimiento. La presión revolucionaria logró que Díaz renunciara el 25 de mayo de 1911, terminando su prolongado gobierno y forzándolo al exilio en París.
La caída de Madero y nuevas luchas internas
Con Díaz fuera del poder, Francisco I. Madero asumió la presidencia el 6 de noviembre de 1911 en lo que se considera la primera elección democrática en décadas. Sin embargo, las demandas populares no se resolvieron rápidamente, y los líderes revolucionarios comenzaron a dividirse.
- Emiliano Zapata lanzó el Plan de Ayala, exigiendo la redistribución agraria.
- Pascual Orozco proclamó el Plan de la Empacadora, con demandas sociales más amplias.
Ambos desconocieron el gobierno de Madero, mientras grupos como los zapatistas y orozquistas se alzaron en armas.
El gobierno de Madero enfrentó constantes amenazas, incluida la llamada "Decena Trágica" (febrero de 1913), un golpe militar que culminó con su renuncia y asesinato.
Impacto y legado de la Revolución
La Revolución Mexicana dejó más de un millón de muertos y marcó una de las etapas más convulsas de la historia de México. A pesar de su brutalidad, generó importantes avances, como la promulgación de la Constitución de 1917, la cual fue pionera a nivel mundial en el reconocimiento de derechos sociales y laborales, consolidando los ideales de justicia y equidad por los que lucharon muchas facciones revolucionarias.
Este evento histórico no solo transformó el panorama político y social de México, sino que también estableció bases que perduran hasta la actualidad, como el principio de la no reelección presidencial.