MONCLOVA

La fabulosa leyenda de las siete ciudades de oro

La fabulosa leyenda de las siete ciudades de oro
Néstor Jiménez / El Tiempo Monclova

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Conozca la epopeya de Francisco Vázquez de Coronado motivada por la imaginación de Fray Marcos de Niza… ¡Una aventura inolvidable!

“¡Les juro que eran impresionantes, siete ciudades fabulosas que si no lo hubiera visto… jamás lo creería!” narraba en lo alto del púlpito, fray Marcos de Niza durante su sermón a los anonadados españoles que lo escuchaban en la misa mayor.

Aquel domingo de 1540 en la ciudad de México, el fraile franciscano quien nació en 1495, narraba una impresionante historia de lo que observó en las fronteras mismas del Virreinato.
Apenas 21 años antes, Tenochtitlan cayó en poder absoluto de los españoles al mando de Hernán Cortés y los sueños de expansión eran inmensos para los colonizadores europeos.
El nacimiento del México mestizo estaba en marcha y fray Marcos relató la expedición que llevó a cabo por el norte de México en 1539 donde tuvo como guía al legendario Estebanico también conocido como “Esteban el negro” (Considerado el primer hombre africano que piso Norteamérica).
“Las casas tenían techos de oro, rubíes, turquesas y toda clase de riquezas, las paredes son de oro puro… pudimos contemplar los maravillosos tesoros que guarda ¡El reino de Cíbola!” afirmó el religioso emocionado.
El viaje del que dio santo y seña De Niza fue planeado luego de la  tragedia de Pánfilo de Narvaez y su subcomandante Alvar Nuñez Cabeza de Vaca  que salieron de España en junio de 1527 y pretendían colonizar “La Florida”.
Fueron 600 hombres los que navegaron en cinco barcos pero esa aventura estuvo marcada: hubo deserciones, muerte, sufrieron tormentas y devastadoras epidemias.
Quedó un número reducido de 80 personas pero el 5 de noviembre de 1528 naufragaron en el caribe yendo a parar a las costas cercanas de lo que hoy es Galveston, Texas.
De todos sólo sobrevivieron cuatro hombres: Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes de Carranza, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca y Estebanico.
Fueron cautivos de los nativos en el Golfo de México y se las arreglaron para escapar, desplazandose al sur llegando al caudaloso río Bravo y se dice que pasaron por donde hoy es Monclova, por lo que son considerados los primeros europeos que pisaron nuestras tierras, pero no dejaron asentamiento alguno.
Siguieron al oeste hasta llegar a Sinaloa donde encontraron soldados hispanos quedando salvados. Ellos narraron para la corona española todo lo que pasaron durante ocho largos años en el informe titulado “Naufragios” escrito por Cabeza de Vaca y se referían a sitios de mucha riqueza donde abundaban las gemas y observaron al enorme animal que bautizaron como “Cíbolo”.
Las palabras de fray Marcos emocionaron a los feligreses a quienes también informó que Estebanico murió a manos de los indios Zuñi en terrenos actuales de Nuevo México.
Entre los que estaban en la iglesia se hallaba don Francisco Vazquez de Coronado y Luján que se imaginó por instantes las riquezas y aventuras que le aguardaban las paredes de las ciudades de oro.

Un intrépido aventurero español. Vazquez de Coronado y Lujan nació en Salamanca, España en 1510 y fue el segundo hijo de Don Juan Vazquez de Coronado y Sosa de Ulloa e Isabel de Luján.
Llegó a tierras mexicanas en 1535, a los 25 años de edad convertido en capitán general y debido a su trayectoria en diversos puestos administrativos como el que desempeñó en el Emirato de Granada, se hizo brazo derecho del Virrey Don Antonio De Mendoza.
A los pocos meses se casó con Beatriz Estrada hija de los nobles Alonso de Estrada y Doña Marina Flores Gutiérrez con quien procreó ocho hijos e hijas. 
En 1537 fue gobernador de la Nueva Galicia que comprendía los estados de Nayarit, Jalisco, Aguascalientes y Zacatecas y era un reino completamente autónomo.
Era muy conocido en todos lados por su gallardía y hábil manejo de las armas y de acuerdo a la prestigiada revista “Hombres y Heroes” en Francisco Vazquez de Coronado “Se encarnaba el indómito espíritu de otros conquistadores como Hernán Cortés, Francisco Pizarro o Vasco Nuñez de Balboa”.
En la misma publicación se narra un episodio curioso en la vida de Francisco y es aquel en que siendo joven un amigo le predijo el futuro al leerle la mano.
Le vaticinó gloria y poder, aventuras por tierras remotas pero así como le dijo las mieles también le reveló los venenos: ¡sufriría un accidente del que jamás se repondría! 

En busca de las ciudades de oro. La leyenda de las siete ciudades de oro tiene su origen en la época medieval, presuntamente cuando los sarracenos invadieron la península ibérica y arrasaron con las poblaciones; Según el relato popular siete obispos escaparon y cruzaron el mar rumbo al oeste y cada uno fundó una ciudad haciéndolas florecer en riquezas y sabiduría en el año de 713.
El nombre de “Cíbola” se le dio debido a que presuntamente los fabulosos asentamientos se extendían hasta donde existían los Cíbolos que no eran otra cosa que los inmensos bisontes.
Don Antonio de Mendoza le encomendó a Vázquez de Coronado la misión de explorar el norte y la prioridad era encontrar esas fabulosas construcciones de las que hablaba  fray Marcos.
Se alistaron 340 españoles, entre ellos el zapatero Alonso Sánchez y su mujer Francisca de Hoces así como 800 indios aliados. Se componían por 150 soldados a caballos y 200 infantes. Llevaban víveres, municiones así como piezas de artillería.
Salieron desde Compostela Nayarit el 26 de febrero pero las fuentes difieren en los años, unas indican que fue en 1540 y otras en 1542, siendo más aceptada la primera.
Vázquez de Coronado usaba una deslumbrante armadura Dorada que al paso de los días, semanas y meses se opacó por las inclemencias del tiempo. Se dice que fray Marcos fue el capellán pues ya conocía los terrenos; El trayecto era enorme y los víveres escaseaban además tuvieron un enfrentamiento con unos indios donde murió de un flechazo el lugarteniente de Vazquez de Coronado, Lope de       Samaniego.
A los seis meses de partir (presumen que la marcha paso por nuestras regiones) en julio, el jefe mandó unos exploradores a cargo de Tristán de Luna y Arellano mientras el grueso de los hombres descansaban del ajetreo.
A las pocas horas regresaron gritando de emoción y relataron que a lo lejos se observaba unas ciudades de oro puro y estaban habitadas…¡Habían llegado a la legendaria Cíbola! 
Vázquez de Coronado y fray Marcos quedaron boquiabiertos ante sus ojos se erigían las construcciones que ¡brillaban como el sol! Y prestos se acercaron, el fraile asintió que eso fue lo que contempló años antes.
¡La gran decepción!: Las construcciones no eran de oro puro sino de humilde adobe pero a lo lejos brillaban gracias a los espejismos producidos por el agobiante calor, estaban ante el pueblo de los indios Zuñi.
Comprendieron que los relatos del fraile  fue un arrebato y una ilusión de su exaltada imaginación, no había riquezas y para variar tuvieron un enfrentamiento con la tribu donde hubo bajas de ambos bandos.

Tras hacer la paz fueron evangelizados siguiendo mas al norte donde conocieron a las tribus de Indios Pueblo(los llamaron así por la organización que tenían en su aldea y sus costumbres) además de los Hopi. El Nuevo lugarteniente García López de Cárdenas fue enviado en agosto a explorar y descubrió nada menos y nada mas que el gran Cañón del Colorado notificándolo de inmediato a Vázquez de Coronado y consignaron que en el fondo existía un enorme río.
El fiasco de Quivira. Tuvieron dos guias indios, “El Bigotes” porque era un nativo con gran mostacho y otro al que apodaron “el turco” porque usaba un sombrero que les recordaba a los árabes.
Este les narró sobre la ciudad de Quivira, que tenía la misma descripción que el reino de Cíbola y Vazquez de Coronado se dispuso a buscarla atravezando grandes extensiones de tierra pero no hallaron… ¡nada! 
Desgraciadamente creyendo que “El Turco” los engañaba lo mandaron ejecutar.
Fue hasta que otros nativos los condujeron al pueblo de los indios que ellos llamaban Quiviras (Más tarde les llamaron wichitas), un pequeño asentamiento cerca a lo que hoy es Lindsborg Kansas, pero todo era sumamente humilde.
Durante el Invierno, se hospedaron en el poblado de Tiguez y tras un torneo de carreras de caballo en que Vázquez de Coronado enfrentó a Rodrigo Maldonado, el 27 de diciembre de 1542, el primero sufrió un accidente cuando cayó de la montura y el animal le pisó el cráneo.

La expedición regresó a la ciudad de México, con su jefe herido y sin ninguna riqueza de las que se hablaba de los reinos de Cíbola y Quivira pero se anexaron miles de kilómetros a la Nueva España.
A pesar de rehabilitarse del golpe, Francisco murió el 22 de septiembre de 1554 y si bien es cierto los reinos fabulosos de oro puro sólo existieron  en la mente de Marcos de Niza, las aventuras de Vázquez De Coronado fueron muy reales pues le guardaron un lugar muy preciado en la historia al lado de los nombres de otros célebres exploradores.

 

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