Fernando Valenzuela, el beisbolista que marcó a una generación con sus poderosos lanzamientos y la Fernandomanía
Agencias / El Tiempo de MonclovaEl ex beisbolista, Fernando Valenzuela, murió a los 63 años de edad, pero el "Toro" dejó un gran legado en el beisbol
Era la década de los ochenta y los mexicanos no solo presumían el hecho de tener un goleador letal como Hugo Sánchez, o un boxeador valiente como Julio César Chávez, sino también un pitcher capaz de ponchar a los mejores beisbolistas del mundo, como Fernando Valenzuela.
El fenómeno de cada uno de los tres grandes ídolos deportivos de México fue distinto, pero es cierto que el del “Toro” irrumpió con la fuerza que impone el sobrenombre. Era el año de 1979 cuando firmó con los Dodgers tras ser descubierto por el cazatalentos Mike Brito.
El cubano, hombre de sombrero, bigote y puro, advirtió en el joven pitcher nacido en Navojoa, Sonora, una zurda de oro. No fue tanto el presente de aquel brazo lo que llamó la atención de Brito, sino las posibilidades que este ofrecía.
En el anonimato que permite la novatez, Valenzuela aprendió entre las sombras el lanzamiento que lo llevaría a la fama, aunque en ese momento no lo sabía. Bajo la tutela de Roberto “Babo” Castillo, Fernando lanzaba con su zurda prodigiosa el denominado screwball, conocido también como el tirabuzón. El pitcher desafiaba la lógica al imprimirle a la bola movimientos impredecibles. Del mexicano sorprendía la naturalidad con la que lo hacía, casi sin forzar el brazo, como un recurso indescifrable que complementaba su amplia baraja de lanzamientos.
¿Cuándo debutó Fernando Valenzuela con los Dodgers?
La calidad de Fernando Valenzuela fue advertida de inmediato por el legendario manager Tommy Lasorda. A pesar de que el mexicano tuvo su debut con los Dodgers en septiembre de 1980 en la labor de relevista, el verdadero fenómeno comenzaría en abril de 1981, cuando fue designado como abridor para el Juego Inaugural contra los Astros de Houston. La presencia del número 34 en el montículo llamó la atención de los espectadores. De la gorra azul que identifica a la novena angelina salían mechones de cabello negro y un cuerpo robusto sacaba pelotas endiabladas justo después de mirar brevemente al cielo, antes de cada lanzamiento. Valenzuela se llevó la victoria de dos carreras a cero y daría paso a una racha de ocho triunfos en fila, con cinco blanqueadas incluidas. Los números pletóricos iban acompañados de su estampa y la inusitada postura al momento del pitcheo, una postal difícil de olvidar para el aficionado.
Con la fuerza que solo pueden irrumpir los jugadores desconocidos, porque todo es nuevo y propenso a la sorpresa, de pronto Fernando Valenzuela comenzó a acaparar las portadas de los periódicos y su nombre retumbaba en las voces de íconos como Jorge ‘Sonny’ Alarcón, Pedro ‘Mago’ Septién, Antonio de Valdés y el ecuatoriano Jaime Jarrín, narrador oficial de Los Dodgers en español. De a poco, las aperturas del mexicano se convirtieron en un evento imperdible para todos sus seguidores y Fernando se convirtió en el “Toro”, gracias a una encuesta realizada por el “Los Ángeles Herald Examiner”, diario que buscó la forma de darle un nombre a un fenómeno inexplicable. Fueron los aficionados quienes le pusieron el “Toro”, como bautizando al nuevo ídolo.
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