"Los carros lowrider son mi pasión y lo que más me gusta".
¿Cómo nació tu interés por la modificación de carros lowrider?
"Mi gusto por los carros lowrider empezó cuando era muy joven, en la secundaria. En esa época, lo que hacíamos era modificar bicicletas, ya que era lo que teníamos al alcance. No podíamos tener un carro todavía, pero eso no nos detenía; hacíamos lo que podíamos con las bicicletas, y eso sigue siendo parte de la cultura. Aún hoy en día, en el club tenemos compañeros que tienen bicicletas modificadas, que son un verdadero atractivo cuando participamos en exhibiciones o eventos.
Conforme fui creciendo, mi interés por la cultura lowrider aumentó, y fue en 1997 cuando finalmente adquirí mi primer carro, un Monte Carlo del 81. A partir de ese momento me sumergí por completo en el mundo de los lowriders. Aunque no soy mecánico profesional, aprendí sobre la marcha, cometiendo errores y resolviendo los problemas que iban apareciendo. Al mismo tiempo, me fui relacionando con personas que ya se dedicaban a esto, y así fui perfeccionando mis habilidades. Mi carro ha pasado por varias modificaciones, siempre con la intención de hacerlo más vistoso y funcional para los eventos".
¿Qué tipo de modificaciones has realizado en tu Monte Carlo y cuánto has invertido en él?
"En cuanto a las modificaciones, mi enfoque principal ha sido el sistema hidráulico, que es esencial en los carros lowrider. Le instalé un sistema que permite que las cuatro llantas puedan elevarse y brincar. Lo que más destaca en mi carro es la pompa de enfrente, que es la que maneja el aceite y permite que el carro brinque mejor. Tiene ocho baterías y una sola pompa que controla los cilindros traseros.
He estado trabajando en este carro desde 1997, y a lo largo de los años le he hecho bastantes modificaciones. No te sabría decir exactamente cuánto he invertido, pero ha sido una suma considerable.
Aquí en México es difícil conseguir los componentes que necesitamos, así que la mayoría los traemos de Estados Unidos, como los cabezales y arrancadores. Lo único que puedo conseguir localmente son las mangueras, todo lo demás lo traigo del otro lado, incluso las baterías. Sé que con todo lo que le he invertido, ya podría haberme comprado un carro nuevo, pero para mí esto es más que un hobby, es una pasión".
¿En qué lugares has tenido la oportunidad de presentar tu carro lowrider?
"Hasta ahora, solo nos hemos presentado en la región, principalmente en municipios cercanos. Nunca hemos ido más lejos, pero cada vez que nos invitan a un evento, nos vamos en caravana, conduciendo nuestros carros. Aunque no podemos conducir a gran velocidad por el sistema hidráulico, es parte del espectáculo. La gente nos ve pasar y se emociona, y si tenemos la oportunidad, paramos para hacer una demostración de los carros brincando. Es un espectáculo muy llamativo, especialmente en comunidades rurales donde la gente tal vez solo ha visto este tipo de carros en la televisión o en redes sociales. A veces, cuando pasamos por algún rancho, la gente se queda asombrada al ver los carros y nos piden que hagamos una demostración. Siempre es un placer compartir esta cultura con ellos. Aunque no hemos viajado muy lejos, nos gustaría hacerlo en el futuro, tal vez participar en algún evento en Estados Unidos, que es donde este movimiento es mucho más grande.
¿Consideras que la modificación de carros lowrider está influenciada por la cultura chicana?
"Definitivamente. La cultura chicana ha sido una gran influencia en el mundo de los lowriders.
Tengo muchos amigos en lugares como San Antonio y Eagle Pass que vienen a Piedras Negras para exhibir sus carros y participar en eventos con nosotros.
En algún momento, la popularidad de los lowriders bajó un poco, pero ahora está volviendo a crecer, lo cual es muy emocionante. Esperamos que más personas se unan a esta comunidad".
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