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ENCUADRES... IMPERFECCIÓN

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Ángel F. Chávez Félix
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La naturaleza humana de equivocarse es un fenómeno universal que ha sido objeto de reflexión por numerosos filósofos, psicólogos y sociólogos a lo largo de la historia. 

Aristóteles, en su obra Ética a Nicómaco, plantea que la virtud reside en el equilibrio entre dos extremos, lo que implica que los errores son inevitables en la búsqueda de la virtud. Esta perspectiva aristotélica sugiere que equivocarse es parte integral del proceso de aprendizaje y desarrollo personal.

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, argumentaba que los errores son manifestaciones de conflictos internos y deseos inconscientes. Desde esta óptica, los errores no solo son inevitables, sino también reveladores de la complejidad de la psique humana. Carl Jung complementa esta visión al señalar que el reconocimiento y la integración de nuestras sombras, o aspectos negativos, son cruciales para el desarrollo de un yo completo y auténtico.
La teoría de la disonancia cognitiva de Leon Festinger destaca cómo las personas intentan mantener la coherencia entre sus creencias y acciones. Los errores, en este sentido, pueden causar tensiones significativas en las relaciones afectivas y sociales. No obstante, Festinger también señala que la capacidad de enfrentar y reconciliar estas disonancias puede fortalecer las relaciones, fomentando la empatía y la comprensión mutua.
En el ámbito de la sociología, Erving Goffman, en La presentación de la persona en la vida cotidiana, explora cómo los individuos manejan las impresiones que proyectan a los demás. Los errores, según Goffman, pueden desestabilizar estas impresiones, pero también ofrecen oportunidades para la autenticidad y la conexión genuina.  En la política, por ejemplo, donde la percepción pública es crucial, los errores pueden humanizar a los líderes, haciéndolos más accesibles y comprensibles para la ciudadanía.
Jean-Paul Sartre, en su filosofía existencialista, propone que la libertad humana implica la responsabilidad de nuestras elecciones, y con ello, la inevitable posibilidad de equivocarse. Este concepto resuena con la idea de que los errores son fundamentales para el crecimiento y la auto-superación. La aceptación de la imperfección, según Sartre, es esencial para la autenticidad y la integridad.
Simone de Beauvoir, en El segundo sexo, argumenta que la lucha por la igualdad y la justicia social está intrínsecamente ligada al reconocimiento y la confrontación de nuestras imperfecciones y prejuicios. 
En el contexto mexicano, este enfoque es crucial para abordar las desigualdades estructurales y promover políticas inclusivas y justas.
John Dewey, filósofo y pedagogo, enfatiza la importancia de la educación y la reflexión crítica como medios para enfrentar y aprender de los errores. Dewey sostiene que una sociedad democrática florece cuando sus ciudadanos y líderes adoptan una actitud experimental y aprenden de sus fallos. 
Finalmente, Karl Popper, conocido por su filosofía de la ciencia y la teoría del falsacionismo, sugiere que el progreso se logra mediante la constante revisión y corrección de errores. Aplicado al ámbito político, esto implica que las políticas públicas deben estar sujetas a escrutinio y evaluación continua. Los líderes, entonces, tienen la responsabilidad de promover un entorno donde el diálogo y la crítica constructiva sean valorados, facilitando así el desarrollo de políticas más efectivas y justas.Estos tratados recopilados, son siempre un conocimiento y una autocrítica personal. Pero, en la genética mexicana, nunca dejan de caber…
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