El Sevilla vivió una noche mágica en el Sánchez Pizjuán con la despedida oficial de Jesús Navas, quien jugó su último partido en casa tras 20 años de carrera profesional y 704 encuentros con el club. La emoción marcó cada instante, desde el homenaje previo hasta el desenlace con una victoria 1-0 sobre el Celta de Vigo, gracias al gol de Manu Bueno, una de las jóvenes promesas de la cantera sevillista.
Un homenaje inolvidable
Jesús Navas saltó al campo entre lágrimas, acompañado por sus hijos y rodeado de los trofeos que ganó con el Sevilla, en un emotivo homenaje que lo proclamó como "el orgullo de Nervión". Su salida del campo en el minuto 71 fue igualmente conmovedora, dejando a la leyenda sevillista visiblemente emocionada mientras el estadio le rendía una ovación ensordecedora. Aunque este no fue su último partido, ya que tendrá su despedida final en el Santiago Bernabéu, el encuentro ante el Celta marcó su adiós oficial como local.
Un partido complicado
El Sevilla tuvo dificultades en la primera mitad ante un Celta peligroso, liderado por Iago Aspas. Los vigueses generaron las ocasiones más claras, incluyendo un cabezazo al poste de Pablo Durán y un remate desviado de Swedberg con todo a su favor. La defensa sevillista sufrió para mantener el orden, mientras que el ataque no encontraba fluidez, ni siquiera con la influencia de Navas.
El gol del triunfo
En la segunda mitad, el Sevilla ajustó su esquema y logró mayor profundidad. Fue entonces cuando apareció Manu Bueno, quien avisó con un disparo que pasó cerca del arco antes de anotar el gol decisivo. A los 63 minutos, el joven canterano culminó una jugada tras un pase atrás de Saúl, desatando la alegría en el Sánchez Pizjuán.
La reacción del Celta
Tras la salida de Navas, el Celta buscó con intensidad el empate. Alfon y Bamba protagonizaron jugadas peligrosas, pero un gol de este último fue anulado por fuera de juego. La sólida actuación del portero Álvaro Fernández aseguró la ventaja para el Sevilla, que se aferró al triunfo con determinación.
El cierre perfecto
El pitazo final desató la locura en el estadio. Navas, manteado por sus compañeros y vitoreado por la afición, recibió un merecido homenaje como símbolo de un club que lo ha visto crecer desde la cantera hasta convertirse en una leyenda. La victoria no solo fue un bálsamo para el equipo en una temporada complicada, sino también un regalo perfecto para despedir a un ícono eterno del Sevilla.