Tras el trágico hallazgo del cuerpo sin vida de Diego Ismael Calderilla Reyes, un joven de aproximadamente 30 años.
El ejido Santa María, una comunidad tradicionalmente pacífica y dedicada a la agricultura, se encuentra sumido en el miedo y la incertidumbre tras el trágico hallazgo del cuerpo sin vida de Diego Ismael Calderilla Reyes, un joven de aproximadamente 30 años.
Este sombrío descubrimiento, realizado la noche del lunes alrededor de las 9:30 PM, ha sacudido a la población y evidenciado un creciente problema de inseguridad que mantiene a los residentes en alerta constante.
Hallazgo. Un vecino fue quien se topó con la desgarradora escena cerca de un canal de riego en las afueras del ejido. Diego Ismael yacía en un charco de sangre, con una herida en el pecho que las autoridades aún no han esclarecido.
Ante la gravedad del hallazgo, el residente notificó de inmediato al comisariado del ejido, quien confirmó la tragedia al llegar al lugar.
Este acto violento ha dejado profundas cicatrices en Santa María, una comunidad que se había mantenido al margen de la violencia que afecta a otras partes de la región. Los detalles de la agresión permanecen oscuros, y los vecinos, con un profundo sentimiento de impotencia, observan cómo la violencia y el crimen han irrumpido en su pueblo sin que las autoridades ofrezcan respuestas claras ni soluciones visibles.
El suceso no es un hecho aislado, sino parte de una preocupante tendencia que ha ido en aumento en los últimos meses. Los residentes de Santa María, que en su mayoría dependen de la agricultura y la ganadería, han sido testigos de cómo la inseguridad y la impunidad han comenzado a adueñarse de su comunidad. Una de las principales quejas de los habitantes es la falta de presencia policial. En las últimas semanas, han sido testigos de robos, vandalismo y ahora, un asesinato, sin que las autoridades respondan de manera efectiva.
La violencia que azota a Santa María no es un problema exclusivo de este ejido, sino un reflejo de un fenómeno más amplio que afecta a muchas comunidades rurales de Coahuila. La ausencia de una estrategia clara de seguridad ha permitido que grupos criminales se infiltren en estas zonas, aprovechando la lejanía y la falta de recursos de las autoridades locales.
El aumento de la criminalidad en Santa María no es un caso aislado, y sus habitantes son conscientes de ello. Otras comunidades de la región, como Jiménez y Villa Unión, también han registrado incidentes violentos, incluidos robos, asaltos e incluso secuestros, lo que ha incrementado la sensación de inseguridad entre la población rural.
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