El Catán: Un 'fósil viviente' que sigue surcando en el Río Bravo
Héctor Guerrero / El Tiempo de Piedras NegrasSu aspecto, similar al de un cocodrilo, puede intimidar a los pescadores, pero este pez no ataca a los humanos; más bien, los evita. Puede alcanzar un peso de hasta 300 kilogramos y medir hasta 3 metros.
La experiencia de atrapar un catán comienza con un fuerte tirón que despierta la adrenalina. Luego, se libra una batalla que puede durar horas. Finalmente, al sostenerlo entre los brazos, la emoción es inigualable: “¡Es simplemente hermoso, un fósil viviente de millones de años!”, reflexiona Jorge Gámez con satisfacción.
El catán, conocido también como "alligator" o pejelargarto, es un pez de agua dulce que se encuentra a lo largo de la frontera de Coahuila, desde Acuña y Jiménez hasta Piedras Negras, Guerrero e Hidalgo.
Actividad. Gámez, fundador de la comunidad “All Water Fishing Club”, que cuenta con más de 60 miembros, comparte su pasión por la pesca, publicando relatos y ubicaciones donde se puede disfrutar de esta actividad. Su primer encuentro con un catán lo dejó marcado: medía aproximadamente 2 metros y pesaba alrededor de 100 kilogramos. En Piedras Negras, los pescadores pueden hallar estos ejemplares en dos parajes: “Las Adjuntas”, donde convergen el río Bravo y el río Escondido, y a la altura del ejido “El Moral”.
Depredador temible. El catán es un pez que puede intimidar. Su sonido característico al moverse en el agua y su aspecto que recuerda al de un cocodrilo le otorgan una presencia imponente.
Con tres hileras de dientes afilados, es un carroñero que, contrariamente a lo que muchos piensan, no ataca a los seres humanos; en su lugar, tiende a evitar el contacto.
Técnicas. Su captura es más frecuente durante las crecientes del río, cuando las aguas turbias lo vuelven más vulnerable. Este pez, que puede alcanzar hasta tres metros de longitud, exige ciertas técnicas de pesca. Para atraparlo, es esencial utilizar una cuerda robusta y un anzuelo de metal grande y puntiagudo, dado que su fuerza es formidable.
El Río Bravo es un ecosistema vibrante y esencial para el consumo de millones de personas en la frontera entre Estados Unidos y México. Se estima que en cada kilómetro de agua habitan de 5 a 10 catán.
Este “gigante del río” alcanza su madurez a los tres años para los machos y a los cinco para las hembras, pudiendo llegar a pesar hasta 300 kilogramos. Considerado un depredador de primer orden, el catán puede incluso alimentarse de su propia especie en tiempos de escasez.
Conocido como "alligator" en Texas, es el segundo pez más grande de Norteamérica y ha existido en el continente desde finales del período jurásico, hace aproximadamente 157 millones de años. Pescar un catán es considerado un evento memorable; quienes logran hacerlo suelen recordarlo toda su vida. Su carne es deliciosa y, para extraerla, se requiere de un serrucho, similar al de un cocodrilo, pero sin patas. Las aguas del Río Bravo están repletas de vida, albergando una rica diversidad de flora y fauna. Entre sus habitantes acuáticos se encuentran el bagre, robalo, carpa, chupón, vesugo, y también mojarras y sardinas. En la superficie, una multitud de aves migratorias como patos, garzas, aguilillas y lechuzas complementan este vibrante ecosistema. El Río Bravo es un verdadero oasis, un lugar donde la vida florece y donde se puede sentir la conexión con la naturaleza.
En este entorno, muchos pescadores optan por devolver los catán al agua, reconociendo la importancia de preservar esta especie para las futuras generaciones.
Pesca en Piedras Negras. A través del portal “Entre Amigos de la Pesca”, se destaca la abundancia de peces en el río Bravo, incluso ejemplares de trofeo que adornan salas de estar. "Es un excelente lugar para pescar; aunque el ruido de la gente podría parecer que asusta a los peces, la realidad es diferente", comenta don Pedro, un experimentado pescador que comparte esta experiencia con dos jóvenes entusiastas disfutaron "rileando".
Asegura que dicha actividad es relajante, ayuda a desestresarse. La pesca del catán en el río Bravo no solo es una actividad recreativa; es una conexión profunda con la naturaleza y una tradición que se transmite de generación en generación. Cada captura representa un encuentro con un "fósil viviente", un recordatorio de la rica biodiversidad que habita en nuestras aguas. Al devolver al catán al río, los pescadores no solo preservan la especie, sino que también aseguran que las futuras generaciones puedan experimentar la misma emoción y asombro. En este sentido, el río Bravo se erige como un verdadero tesoro natural, un lugar donde la vida .
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