La Entrevista con Sergio Terrazas
Daniela Cordova / El Tiempo de Monclova'Con la bendición de Dios no me canso y sigo trabajando'.
En el bendito pueblo mágico de Cuatro Ciénegas, Coahuila, nació Sergio Terrazas. Desde muy chico mostró sus ganas de trabajar y vendiendo escobas de espiga y trapeadores de trapo por las calles, es como ha logrado sacar adelante a su familia incluso a los 69 años de edad. Cada dos semanas llega a Monclova cargando sobre su espalda las escobas y trapeadores, pero sobre todo con muchas ganas de vender y llevarle unos pesitos a su esposa Silvia, a veces las ventas no son nada buenas, pero otras Dios le sonríe en la cara, mencionó.
Con el dinero que saca mantiene a su esposa ¿Cómo terminó en este trabajo?
“Este trabajito me gustó porque pensaba que nunca iban a cambiar los negocios, pero ya no es como estaba antes porque no me la va a creer, pero antes vendía dos tercios de escobas y trapeadores al día, ahorita ya nada más, vendo unas tres o cuatro de cada una, es muy diferente”.
¿Es el único oficio al que se ha dedicado?
“Créame que sí, desde que tengo 15 años a mí me gusto trabajar es que mi papá también se dedicaba al trabajo del comercio entonces yo fui fijándome como se trabajaba y luego yo seguí el mismo camino y cuando empecé ya no me quise estar quieto, yo me iba por todas las calles ofreciendo las escobas y trapeadores”.
¿Cómo son las ventas hoy en día?
“Están bien, bajitas, pero ya tengo mis clientes seguros en Monclova, la gente ya me conoce y me compra, no son muchos, por eso le camino lo más que pueda hasta que me canse, dejo de ofrecerles y me vengo otro día”.
¿La edad influye en los largos trayectos que recorre?
“Ya estoy grande y aun así puedo, gracias a Dios nunca me he enfermado y menos como las fiebres que daban antes, donde uno ya no hallaba cómo levantarse y ahí quedaba. Bendito Dios, que yo me siento bien y mientras sea así hay que buscarle. Ya me impuse a andar trabajando así y ahorita está calmado el tiempo, ya ve que en días pasados estuvo más fuerte, pero sí este canijo”.
¿Trabaja para mantenerse a sí mismo?
“También a mi señora se llama Silvia, ella me espera con los pesitos que saco, no son muchos, pero la vamos llevando para comer, me ganó ese dinero honradamente”.
Menciona que antes las ventas eran más altas ¿A qué se debe?
“Se vende menos por la cuestión de las escobas de plástico, la gente compra mucha de plástico”.
De acuerdo con los años que tiene de experiencia, ¿Cuál escoba es mejor?
“Tienen su diferencia porque la de espiga es la escoba más maciza y a mucha gente la de plástico no le gusta porque está muy lacia o sea que es como una esponjita muy suavecita a mí se me hacen más buenas las que yo vendo, pero se respeta lo que prefieran cada quien uno como quiera le hace la lucha”.
¿En qué precio tiene los productos?
“Las escobas son de 140 y los trapeadores son de 90 y 140, depende el tamaño y material, yo no las hago así que las revendo, no se les saca mucho, pero prefiero darlas baratas para que se me vendan y no irme con las bolsas igual que como llegue”.
La gente que le quiera comprar ¿Cómo lo puede encontrar?
“Yo no tengo lugar fijo, me vengo cada dos semanas y ando en las calles del centro, después me voy a las colonias de aquí, de los alrededores, primero Dios, y tenga suerte y el que me quiera comprar, si me ve no la dude en hablarme”.
Con toda la sabiduría que la vida le ha dado, ¿Qué consejo les da a los jóvenes?
“Trabajen, no importa de qué, pero no se queden sentados en su casa a fuera hay mucha vida para trabajar y salir adelante y no olviden por la familia hay que darlo todo".
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