Cualquiera que haya paseado alguna vez por una costa repleta de gaviotas habrá podido comprobar lo atrevidas y hábiles que son estas aves a la hora de robar cualquier alimento en manos de los humanos. Un nuevo estudio revela que este comportamiento no es en absoluto casual. Las gaviotas nos roban la comida de manera completamente premeditada y de hecho prefieren la comida que comemos a cualquier otra.
Fanziska Feist, Kiera Smith y Paul Graham, de la Universidad de Sussex Brighton, en el Reino Unido, denominan este comportamiento estímulo inter-species en el estudio que acaban de publicar en Biology Letters.
Los investigadores comienzan explicando algo que ya sabíamos pero que es bueno puntualizar de entrada. Las gaviotas son depredadores cleptoparasitarios. En otras palabras, no solo cazan su propia comida, sino que a menudo roban las presas de otras gaviotas o incluso de otras especies si se les da la oportunidad. El segundo dato de entrada es que muchas especies de gaviota como la Gaviota Europea de Herring (Larus argentatus) se han adaptado notablemente bien al entorno creado por el ser humano. No solo se han acostumbrado a la presencia de seres humanos, sino que además fundan colonias urbanas (tenemos constancia de ellas desde por lo menos los años 40) y saben de sobra que nuestra especie es una fuente de comida muy fiable y estable.
Las gaviotas son forrajeadoras sociales. Esto significa que se vigilan unas a otras en busca de oportunidades de alimento. Es la razón por la que si cometes el error de dar de comer a una gaviota es muy probable que acabes rodeado de ellas. También sabíamos que estas aves son más inteligentes de lo que se pintan en la cultura popular, y adaptan sus patrones de alimentación a la presencia de seres humanos. Asimismo, y como demostraba este otro estudio de 2022, saben cuándo un humano porta alimento y lo vigilan con mucha más atención que a los demás humanos circundantes.
El estudio no solo sirve para demostrar que las gaviotas son capaces de comparar objetos similares y discriminar unos en favor de otros (algo que ya de por sí requiere de una notable capacidad cognitiva). Además sugiere que la adaptación de las gaviotas al entorno humano no es el resultado de la costumbre de algunas personas de dar de comer a estos animales, sino que simplemente proviene de la extraordinaria habilidad de las gaviotas para adaptarse al entorno. En otras palabras, que los carteles de “No dar de comer a las aves” tienen poco o ningún efecto sobre su manía de intentar robarnos la comida.