Tatúa a famosos y cumple sueño americano
El UNIVERSAL / El Tiempo de MonclovaEl principal pasatiempo de Rodrigo era el dibujo, pasaba horas plasmando cualquier cosa que le viniera a la mente.
Nueva York.— Rodrigo recuerda muy bien su primer tatuaje. Tenía tan sólo nueve años.
Él y sus amigos robaron tinta china y buscaron una aguja para tatuarse lo que les viniera en mente: el suyo fue un corazón y una cruz.
Pareció una premonición porque el alma que este migrante nacido en Guerrero le pone a su trabajo y la fe para continuar adelante pese a las adversidades lo han llevado a ser considerado uno de los mejores tatuadores de Nueva York, en donde es buscado en especial por artistas de regional mexicano, como Banda MS, Grupo Firme, Los Recoditos y La Adictiva.
“Me siento agradecido y bendecido por lo que he logrado hasta ahora, mi trabajo me ha abierto muchas puertas, me ha dado muchas oportunidades, me ha llevado a tatuar a ídolos que nunca pensé que conocería, como la Banda MS, Lenin Ramírez y el grupo del momento, Firme, no sólo he tenido la dicha de tatuarlos, sino de conocerlos”, asegura en un estudio donde comparte con cuatro paisanos, ubicado en Nueva York.
Un largo recorrido desde Guerrero
Rodrigo Jiménez, mejor conocido en su ambiente como Rods Jimenez, nació en el municipio indígena de Copanatoyac, en La Montaña de Guerrero.
A los 14 años tuvo que emigrar a Estados Unidos para tratar su epilepsia y otros problemas de salud. Su madre y su hermano mayor lo esperaron en Nueva York, a donde habían emigrado años antes en busca del sueño americano.
El de él no comenzó de manera sencilla, durante un año y medio se sometió a un tratamiento médico que logró reducir convulsiones que padecía. Las afectaciones en su salud, que lo hacían lucir a los 16 años como uno de 13, y su estatus migratorio eran un obstáculo para poder encontrarse en ese país.
“De chamaco, a esa edad, sí tenía en mente ser un artista, poder crear personajes para películas como Marvel, pero esa meta o sueño se desvaneció cuando supe que ya no podría seguir estudiando en el colegio por falta de dinero y falta de papeles en este país. Así que, todo lo iba haciendo conforme estaba al alcance de mi situación como inmigrante”, cuenta.
El principal pasatiempo de Rodrigo era el dibujo, pasaba horas plasmando cualquier cosa que le viniera a la mente. Al no conseguir empleo decidió salir a vender sus obras en los parques, en donde recibía cinco dólares por sus dibujos y 20 por retratar a las personas.
En 2005, recuerda, su hermano mayor y sus amigos llegaron a su casa con una máquina artesanal para tatuar, lo corrieron de la recámara y sólo logró escuchar un ruido extraño. Horas más tarde, su hermano salió del cuarto de al lado presumiéndole tatuajes; Rodrigo sonrió de forma burlona al notar que estaban mal dibujados.
Desde aquel día comenzó a buscar revistas de tatuajes. Consiguió información sobre precios de máquinas y comenzó a ahorrar. Un año más tarde, con el dinero que recolectó vendiendo su arte en los parques y otros trabajos, logró adquirir una máquina de tatuajes por 150 dólares. Logró convencer a siete personas para tatuarse. Cuando tenía 18 años el colega de un amigo lo buscó para que marcara su piel, esta vez con un pago.
El regional, el género más humano
Rodrigo no da crédito a que hoy en día sea tratado por algunos artistas del regional como un amigo más.
En 2019, se enteró que en New Jersey se realizaría un evento musical con grupos del género, así que escribió un mensaje de Instagram a los integrantes del grupo Legado 7. Horas más tarde, los integrantes le respondieron y le pidieron varias piezas.
Nervioso, se trasladó hasta el hotel donde se hospedaban, en donde se encontró, además, con miembros de los grupos Fuerza Regida y Codiciado.
Meses después fue citado por el cantante Lenin Ramírez, seguido de Memo Garza, del grupo La Adictiva.
“Escuchando la música regional me pasó por la mente cómo sería si alguno de ellos me pidiera que lo tatuara. No lo pensé mucho y les empecé a comentar en sus redes sociales y ¡zas!, me llevé la sorpresa de mi vida, de que sí les gustó mi trabajo y así me empezaron a contactar para que los tatuara”, detalla.
Su trabajo comenzó a divulgarse entre el regional. Semanas más tarde, le escribió Alan Ramírez de la Banda MS, seguido de Samuel Sarmiento de la agrupación Los Recoditos, los integrantes de los Sebastianes, Los dos carnales y también los de Grupo Firme, Eduin Caz y Abraham Hernández
“La mayoría de los que he tatuado me siguen en las redes sociales y nos saludamos de vez en cuando”, detalla Rods.
“Cada que regresan a Nueva York me invitan a sus conciertos y a pasear. La verdad hablamos de cosas normales como si fuéramos cuates normales. Ha llegado el punto en que ya no se portan como artistas, sino como amigos con los que uno habla de lugares, de comidas, de ropa, de puras cosas normales… trato de no hacer preguntas de sus carreras o pedirles fotos, mi trato es de amigos que respeto”.
Una firme relación
El primero que lo contactó del Grupo Firme fue AB Luna, la segunda voz, quien le pidió ir a su hotel, a donde Rods acudió emocionado junto a dos colegas tatuadores, su hermano Parka Soriano y su amigo Valente Leal.
Recuerda que toda la banda llegó a la recámara y el último fue Eduin Caz, quien sólo estuvo 20 minutos observando su trabajo con detenimiento.
Cuando Grupo Firme regresó meses después, Eduin contactó a Rodrigo mediante su asistente para preguntarle que si podría hacerle un tatuaje importante, de él con su esposa, Daisy.
Le propuso hacerle unas coordenadas del lugar en donde la conoció. El trabajo fue tan de su agrado, que le pidió tres tatuajes más: el segundo fue la palabra “Familia” en el brazo derecho, el tercero fue un corazón conectado a un ADN en la mitad de su pecho y el cuarto es el retrato de él mismo con su abuelo, el cual aún no está terminado.
“Estar con ellos es como estar con tus amigos en la esquina de tu cuadra: todos son a todo dar, bien bromistas y siempre andan cotorreando uno con el otro. Eduin Caz es el más bromista, él imita, hace chistes, canta todo el tiempo; de ahí, los demás, son como cuando uno está con cuates que conoces de muchos años”, cuenta el tatuador, quien invita a otros a creer en sus sueños, en especial a los niños.
"(Mis clientes) no se portan como artistas, sino como amigos con los que uno habla de lugares, de comidas”
- Rods Jimenez, tatuador
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