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Karen Gillan: 'Entre Vin Diesel y Dwayne Johnson, soy Suiza'

Karen Gillan: 'Entre Vin Diesel y Dwayne Johnson, soy Suiza'
AGENCIAS / EL TIEMPO
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Algo hay de verdad, atendiendo al bajón de calidad que secuelas como «Ant-Man 3» o «Shazam 2» han parecido significar para el género, pero lo que de verdad está resquebrajando los planos dorados del Hollywood de este siglo es el baile de sillas. Tras el fracaso de su propio universo compartido, Warner decidió reiniciarse a sí misma y a todo lo relacionado con DC Comics, justo antes de la pandemia.

Para ello, pescaron en la competencia y ficharon al director James Gunn, responsable de las dos primeras y exitosas entregas de «Guardianes de la Galaxia», y despedido en ese entonces de Disney por unos tuits, caducados hace ya una década, en los que hacía chistes sobre pedofilia y el 11-S.

Pocos imaginaban entonces, con Gunn volviendo a triunfar con «El Escuadrón Suicida» (2021), que la situación se pudiera reconducir para un último baile, pero la Casa del Ratón se puso manos a la obra. Tras la defensa pública de todo su elenco, con Dave Bautista (Drax), Chris Pratt (Star-Lord) y Zoe Saldaña (Gamora) a la cabeza, y unas declaraciones de Taika Waititi («Thor: Love and Thunder») desentendiéndose del cierre de la trilogía de los Guardianes, Disney y Marvel Studios volvieron a llamar a las puertas de un Gunn que, sin revanchismo ninguno, decidió volver a ponerse a los mandos de la Milano, la nave de los mangarranes más carismáticos del espacio.

En uno de los puntos más lujosos de la galaxia, en el Hotel Le Bristol de París, el elenco que completan Karen Gillan (Nébula), Pom Klementieff (Mantis) y Vin Diesel (Groot), se citó con la prensa europea para, de la mano de Disney, poner de largo «Guardianes de la Galaxia Vol. 3», un último viaje galáctico y una emotiva despedida, cargada de acción, efectos especiales prácticos y «set-pieces» épicos, justo antes de que Gunn, ya atado por los millones, vuelva a DC para encargarse de recoger los cascotes.

La familia encontrada

Hasta la capital francesa se desplazó LA RAZÓN, para hablar con Klementieff y Gillan, tan amigas en la vida real que la primera fue Dama de Honor de la segunda, sobre una película en la que por fin pueden brillar por sí mismas: «Creo recordar que estaba en Los Angeles y me acababa de pedir un batido, probablemente de unos 70 dólares teniendo en cuenta los precios de la ciudad, cuando mi agente me avisó para que respondiera si me llamaban. Era el propio James Gunn, así que el batido me acabó explotando en las manos», recuerda Klementieff, ya sin antenas, antes de que Gillan, olvidando la pintura azul, intervenga: «Yo estaba rodando una película independiente, pero sabía que estaba entre yo y otra actriz. Cuando me lo confirmaron, en lo primero en lo que pensé fue en que me iba a tener que rapar al cero y de verdad», completa la escocesa, célebre también por su rol en las nuevas «Jumanji».

 

 

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