Un ser humano promedio, respira alrededor de 12 a 20 veces por minuto en reposo. Si calculamos en promedio 16 respiraciones por minuto, eso sería 960 respiraciones por hora.
En un día, eso equivale a 23,040 respiraciones.
En tres meses (aproximadamente 90 días), serían aproximadamente 2,073,600 respiraciones.
Hoy, con todos esos aires de altura, celebro mis primeros tres meses sin fumar, a meros goles de romperme y llenarme de voluntad, ese poderoso motor que reside en lo más profundo de nuestro ser, y que ha sido un tema recurrente en la literatura, la filosofía y la política a lo largo de la historia.
Grandes pensadores, desde Aristóteles hasta Nietzsche, han reflexionado sobre su importancia en la vida de los individuos y, por extensión, en la evolución de las sociedades.
La voluntad es la fuerza interna que impulsa a los individuos a alcanzar sus metas y superar obstáculos.
Es un motor de determinación y perseverancia que ha impulsado a personas a logros sobresalientes a lo largo de la historia.
En el ámbito personal, la voluntad puede llevar a individuos a superar desafíos, apegarse a principios éticos y perseguir sus sueños, sin importar cuán difíciles sean las circunstancias.
En el contexto político, la voluntad de los ciudadanos es esencial para impulsar el cambio. La voluntad colectiva puede ser el motor detrás de reformas significativas y del cambio de liderazgo en una nación.
Y como ejemplo de ello, basta referir que la historia de México está llena de ejemplos de movimientos políticos impulsados por la voluntad de la sociedad para superar adversidades y lograr un cambio.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, si bien cabe la referencia, es el dibujo de presunción más reciente de cómo la voluntad del pueblo mexicano juega un papel esencial, y lo mismo puede referirse de otras así llamadas transformaciones por el propio presidente, como la Independencia o la Revolución.
La diferencia, en misma alusión a los dichos del morenista, es que la actual calificada 4T busca forjarse con una voluntad popular más activa, y dejando las armas detrás.
Pese a los contrastes y opiniones divididas, es innegable lo que la llegada de AMLO supuso en términos de cambios y ejercicio de esa tan mencionada voluntad popular.
Pero, como dicen los sabios, la única constante es precisamente ese cambio y después de cada transformación, es la evaluación la que nos dicta si fue para bien o para mal.
Al presidente, lo mismo que a su servidor, la historia y el tiempo nos definirán.
