En 2017, científicos de la Universidad de Carolina del Sur y otros comenzaron la Dogs of Chernobyl Research Initiative. El trabajo, entre otras cosas, aprovechó para estudiar a los perros de cerca, tomando muestras de sangre para analizar su ADN. Los hallazgos del equipo se publican este mes en Science Advances.
Cuentan los investigadores que se dieron cuenta de que las poblaciones de perros salvajes dentro y alrededor de la zona aumentarían en el verano y luego caerían en el invierno debido a la falta de recursos. A todos esos perros se les realizaron exámenes médicos, vacunas y castración/esterilización si era necesario.
¿Qué ocurrió? Que cuando compararon la genética de los perros de Chernóbil con la de perros de todo el mundo, encontraron una distinción clara para indicar que estos perros y sus descendientes realmente han sobrevivido en la zona desde 1986 y que la experiencia los ha cambiado en un nivel profundo. No solo eso. También encontraron diferencias entre los perros de la zona de exclusión.
Encontramos que hay dos poblaciones principales de perros dentro de la Zona de Exclusión de Chernobyl; los que viven en las áreas industriales de la planta de energía nuclear de Chernobyl y los que viven aproximadamente a 15 kilómetros de distancia en el área residencial llamada Chernobyl City. Dentro de estas dos grandes poblaciones, encontramos que había 15 familias en total. Pero también vimos mucha migración y mezcla, y la familia más grande tenía perros en todos los sitios que estudiamos. También tienen ascendencia de raza pura, particularmente de razas tipo pastor.
La población de perros de Chernobyl brinda una oportunidad única para estudiar los efectos a largo plazo de la radiación en una población que está estrechamente vinculada a los humanos en un entorno natural. Los desastres nucleares inevitablemente ocurrirán, y la información que podemos obtener al estudiar el impacto que esto tiene en las poblaciones domésticas proporcionará información clave sobre cómo podemos estar mejor preparados en el futuro.Por cierto, aunque el equipo pudo distinguir entre las poblaciones de perros, no identificaron la radiación como la razón de las diferencias genéticas. En cualquier caso, los estudios futuros que se basen en los hallazgos pueden ayudar a descubrir cómo los entornos radiactivos dejan su huella en los genomas animales.