En su quinta visita al continente el pontífice, dijo que África no es una mina que explotar, ni una tierra que saquear, pide respeto para esta comunidad.
Miles de personas se congregaron en la avenida principal de Kinshasa para recibir al papa Francisco, en una visita que se espera ponga la atención de la ayuda internacional sobre una de las regiones más azotadas por las peores crisis humanitarias.
“Sí, África está en crisis y también sufre la invasión de los explotadores”, afirmó Francisco a The Associated Press la semana pasada. Francisco ha señalado que una de las crisis que azotan actualmente al continente es la “mentalidad colonialista”, pues ha indicado que hay países que todavía consideran a África como algo a explotar. “Quiten las manos de la República Democrática del Congo, no toquen el África. Dejen de asfixiarla, porque África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear.
Quinta visita. Que África sea protagonista de su propio destino”, dijo el Papa en la capital de la República Democrática del Congo. La visita del Papa, su quinta ocasión en el continente africano en sus 10 años de papado, encara además una escalada de violencia por intensos combates entre las tropas gubernamentales y el grupo rebelde M23, además de ataques de insurgentes vinculados al grupo extremista Estado Islámico.
Atormentada por la guerra. “La República Democrática del Congo, atormentada por la guerra, sigue sufriendo, dentro de sus fronteras, conflictos y migraciones forzosas, y continúa padeciendo terribles formas de explotación, indignas del hombre y de la Creación. Este inmenso país lleno de vida, este diafragma de África, golpeado por la violencia como un puñetazo en el estómago, pareciera desde hace tiempo que está sin aliento”. De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos, más de 5.7 millones de personas han sido desplazadas por los combates, una quinta de ellas solamente el año pasado. "El veneno de la avaricia ha ensangrentado sus diamantes. Es un drama ante el cual el mundo económicamente más avanzado suele cerrar los ojos, los oídos y la boca. Este país y este continente merecen ser respetados y escuchados", apostilló en su aplaudido discurso el obispo de Roma.
