Crean ratones con astas de ciervo
AGENCIAS / EL TIEMPOUn equipo de científicos de varios centros de investigación chinos han hecho crecer astas de ciervos sobre la cabeza de ratones. Puede parecer un intento de crear un Frankenstein animal; pero, en realidad, lo que han hecho tiene aplicaciones interesantes en medicina regenerativa.
En esta área de la ciencia es común poner la vista en la naturaleza, para tomar ideas de animales que tienen una gran capacidad de regeneración. Estos suelen ser anfibios, como el ajolote o la salamandra, o incluso animales más básicos, como la estrella de mar. Todos muy alejados del ser humano. Pero sí que hay mamíferos que mantienen la capacidad de regeneración. Se trata de los ciervos, que cada temporada pierden sus astas, para que luego crezcan de nuevo igual de grandes y fuertes.
Por eso, estos científicos analizaron las células madre que se activan en cada momento de la pérdida y regeneración de las astas y las implantaron después en las cabezas de los ratones, para que copiasen esa capacidad. Y lo consiguieron. Unas pequeñas astas emergieron de la cabeza de los roedores, abriendo las puertas a una nueva línea de investigación en medicina regenerativa.
Los genes que no dejan al ciervo perder sus astas
Para la realización de este estudio, sus autores aislaron varias células de las astas de los ciervos Sika, típicos del extremo oriente.
Una vez aisladas las células, analizaron cuáles eran los genes implicados en la regeneración y, además, observaron qué células madre aumentaban su actividad en los días previos y posteriores a la pérdida de las astas.
Debemos recordar que las células madre son aquellas que tienen la capacidad de diferenciarse en cualquier tipo de células. Es decir, son células similares a las embrionarias, que aún no se han transformado en un tipo celular concreto. Son muy estudiadas en medicina regenerativa, porque son precisamente las que permiten que un órgano o hueso perdido vuelva a crecer. Por eso es tan interesante el caso de los ciervos.
Los autores de este estudio vieron que había un tipo de célula madre muy activa justo 10 días antes de que se desprendieran las astas. Sin embargo, 5 días después del desprendimiento, era otro tipo de célula madre el que se mantenía más activo. Cada uno jugaba su papel, por lo que ambas se cultivaron en el laboratorio y se implantaron en las cabezas de ratones. Lo que ocurrió después, puede ser muy útil par futuros tratamientos de medicina regenerativa.
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