Una infumable 'miurada' en un gris fin de feria en Castellón
EFE-El Tiempo MonclovaRomán quedó inédito con el inválido toro de Miura
Castellón (España).- Una deslucida e imposible corrida de Miura echó al traste con todas las opciones de triunfo de los tres matadores que hicieron este domingo el tercer y último festejo de la feria de San Juan y San Pedro de Castellón.
Dice el refrán que lo que mal empieza mal acaba. Y no pudo ser mas acertado este dicho cuando el primero de la "miurada" volvía a los corrales por su manifiesta falta de fortaleza. Salió en su lugar un sobrero de El Pilar de enclasada condición al que Rafaelillo, más acostumbrado a la guerra, no acabó de aprovechar a lo largo de una faena de evidentes altibajos.
El cuarto, ya del hierro titular, fue un toro muy descastado y en el límite también de la fuerza, con el que Rafaelillo tuvo que cortar por lo sano ante la imposibilidad de armar faena lucida.
El local Paco Ramos mostró una notable imagen en su primero, un "miura" que siempre fue a su aire, gazapón, sin humillar y echando la cara todavía arriba al final de sus desabridos y cortos viajes. El mérito de Ramos fue que, pese a torear tan poco, no se descompuso en ningún momento, todo lo contrario, resolvió con gran oficio. Donde ya no estuvo tan bien fue a la hora de matar.
El quinto fue un auténtico "barrabás". Un toro que embistió a oleadas, acostándose por los dos pitones y rebañando, además, sus ásperas y geniudas acometidas. Ramos anduvo nuevamente en profesional para, al menos, justificarse, aunque acabara otra vez eternizándose en la suerte suprema, esta vez con el verduguillo.
Román quedó inédito con el inválido toro de Miura que le correspondió en primer lugar, un animal que besó el piso en varias ocasiones y con el que al valenciano no le quedó otra que desistir.
Al sexto le faltó raza y, en consecuencia, no rompió nunca hacia adelante. Román se mostró muy tesonero con él, aunque acabaría estropeándolo todo con su desacertado uso de los aceros.
FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de Miura, altos, zancudos y grandones, en el tipo de esta casa ganadera, y de juego deslucido, unos por complicados e imposibles como el segundo y, sobre todo, el quinto; otros por inválidos como el tercero y algunos también por su absoluta falta de raza como el cuarto y, en parte también, el sexto. El primero fue un sobrero de El Pilar, bien hecho y con clase.
Rafaelillo (rosa y oro): estocada desprendida (ovación); estocada caída (silencio);
Paco Ramos (nazareno y azabache): pinchazo, casi entera y dos descabellos (ovación); estocada trasera y desprendida y ocho descabellos (ovación).
Román (añil y oro): media (silencio); dos pinchazos, estocada atravesada y seis descabellos (silencio tras aviso).
En cuadrillas, David Esteve y Alberto Carrero saludaron tras banderillear al segundo.
La plaza registró un tercio de entrada. EFE
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