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Las herramientas terapeúticas ideales para sanar el pasado

Las herramientas terapeúticas ideales para sanar el pasado
Agencias / El Tiempo de Monclova
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La coach espiritual Claudia Luchetti propone ideas y ejercicios para procesar el dolor de los traumas de la infancia y así tomar las riendas de la vida.

Todos tenemos heridas del pasado. Llevamos a cuestas ese dolor y sus cicatrices, muchas veces sin siquiera notar el rol determinante que tienen en nuestras vidas y la forma en la que nos relacionamos, tanto con nosotros mismos como con el resto. ¿Es posible sacar ese nocivo historial de la mente para poder observarlo sin quedar sometidos al drama, y así entender la trama de nuestras vidas?

En su libro Sanar la herida, editado por Grijalbo, la coach espiritual argentina Claudia Luchetti propone la decodificación como una “potente herramienta de uso terapéutico” y nos invita a desarmar los códigos alfabéticos y numéricos de nuestros nombres y la fecha de nacimiento para repensar, casi como en un juego, las rígidas estructuras con las que convivimos y transitar el conocimiento de los traumas que marcaron nuestra infancia.
Decodificar es leer en nuestros datos personales (nombres, apellidos paterno y materno, fecha de nacimiento) el patrón que nos rige emocionalmente, para dejar de ser eso que nos dijeron que fuéramos y ser quienes somos. Es una herramienta de autoconocimiento, (...) una experiencia de revelación a través de las palabras y los números”, escribe Luchetti, que cuenta con más de 100 mil seguidores en sus redes sociales.

¿Qué es decodificar? Decodificar es leer en nuestros datos personales (nombres, apellidos paterno y materno, fecha de nacimiento) el patrón que nos rige emocionalmente, para dejar de ser eso que nos dijeron que fuéramos y ser quienes somos. Es una herramienta de autoconocimiento aplicable a cualquier disciplina, sobre todo a las investigan las conductas humanas y la salud. Un ejercicio que nos permite descubrirnos a través de los códigos y lúdicamente nos ayuda a integrar nuestros hemisferios cerebrales, el izquierdo —las formas— y el derecho —las emociones—. Es una experiencia de revelación a través de las palabras y los números. Decodificar nos permite interpretar la unión entre el mundo físico y el emocional. En términos del lenguaje de programación, cada uno de nosotros es la lectura de ese programa con el que fuimos formateados en nuestro origen. En esa lectura interpretamos el lenguaje para luego corregirlo en caso de que fuera necesario. Como somos sujetos en evolución, siempre será necesario actualizar el contenido, el programa. La vida es un proceso de permanente aprendizaje y transformación. Leernos es observarnos, interpretarnos. La decodificación nos brinda la posibilidad de avanzar en la vida con el compromiso de averiguar, conocer, entender cuáles son las raíces de las dificultades con las que nos enfrentamos a diario. Los seres humanos somos codificados en usos, costumbres y datos de referencia biológica, anímica y psicológica. Para poder tomar nuestra vida y hacer conforme a nuestros deseos y necesidades, es necesario detectar esas estructuras o patrones de comportamiento que nos dejan anclados a determinadas circunstancias.

La decodificación propone desarmar para poder ser quienes somos, quitándonos lo que no nos corresponde y tomar las riendas de nuestra vida. Acceder a un estado virgen, sin tapar, ni ocultar, ni acorazar. Decodificar es un proceso creativo en el que, si logramos entender, podemos integrar. Los ejercicios que propondré en este libro permiten reconocer esas situaciones en las que se originó ese dolor o angustia que sentimos a lo largo de nuestras vidas para transformarlo en crecimiento personal y hacer ese proceso absteniéndonos de emitir juicios de valor. De esta forma, podemos llegar a comprender el origen de las cosas, de las situaciones, sin que la negatividad interfiera en el campo que estamos observando.

¿Cómo sanar las heridas? La relación con nosotros mismos sólo puede cambiar si detectamos lo que sucedió en nuestra infancia, quitando los velos de la idealización o la negación, para ver los asuntos que influyen en nuestro valor, en el sistema de defensa, en nuestra fragmentación, en nuestro modo vincular o afectivo. Observar en los acontecimientos de nuestros primeros años de vida, teniendo en cuenta no sólo cómo se desarrollaron los hechos, sino también cuál era el contexto que los enmarcaba. Es decir, ver sin establecer juicio de valor cómo se desarrollaba el sistema familiar, qué estaba sucediendo no solo internamente sino también dentro del sistema social. Qué les sucedía a nuestros padres en lo cotidiano con su profesión, con la economía, con los acontecimientos políticos de la época en la que se desarrollaron los hechos. El modo desde el cual vamos a contemplar los hechos es fundamental a la hora de establecer o bien un vínculo positivo con la información, para comprender y destrabar juicios e interpretaciones, o un vínculo negativo de resentimiento y de acumulación de negatividad que entorpece el desarrollo personal y nos puede hacer creer que todas las determinaciones tomadas en el pasado fueron en contra del desarrollo de nuestro potencial. Necesitamos asumir la responsabilidad de interpretar lo vivido desde una óptica adulta, con la capacidad de entender la realidad de nuestros padres, silenciando esas interpretaciones que nos ligan una y otra vez a la negatividad, a la creencia de que todo fue personal, en nuestra contra, restándonos claridad. Esa comprensión nos permite comprometernos con nosotros mismos, generar un estado de disponibilidad para brindarnos ya sin reclamarles a nuestros padres, sin disminuirlos, asumiendo nuestra responsabilidad y crecimiento. Para dejar de ser niños demandantes y convertirnos en la autoridad.

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