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La segunda muerte en la orilla de la izquierda de Mélenchon

La segunda muerte en la orilla de la izquierda de Mélenchon
El Universal / El Tiempo Monclova
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Mathis, un joven seguidor de la LFI, abogó por "no dar ni un voto a la extrema derecha, a los fascistas".

Antonio Torres del Cerro

París.- "Mierda, nos ha pasado como en 2017". Los seguidores de Jean-Luc Mélenchon volvieron a sentir en su piel la decepción e impotencia de 2017, cuando también estuvieron a las puertas de la segunda vuelta. Esta vez, el 21,1 %, el mejor resultado de la izquierda radical, tampoco fue suficiente.

El 23,4 % de la ultraderechista Marine Le Pen hizo trizas los anhelos de los militantes de la Francia Insumisa (LFI), el heterogéneo movimiento fundado por Mélenchon después de abandonar el Partido Socialista (PS) en 2008 en el que convergen luchas sociales, feministas y ecologistas.

Los pocos elegidos que tuvieron acceso al Circo de Invierno, un recinto con 150 años de historia situado en el corazón de París, lloraron de desolación y se abrazaron para reconfortarse. De nuevo, les había faltado un último empujón, de nuevo resultaron lacerados por la falta de unión entre las izquierdas.

En 2017 fue menos de un punto que separó a Mélenchon de Le Pen. En estos comicios el margen fue un poco más amplio, en torno a dos puntos, pero el sentimiento de haber nadado tanto para finalmente morir en la orilla acabó siendo el mismo.

Nada más divulgarse los primeras proyecciones a partir de los primeros conteos de votos en las pantallas instaladas junto al atril principal, varios seguidores se derritieron. "Y encima con el 20 %, mierda, nos ha pasado igual que en 2017", se lamentaba un joven militante mirando simultáneamente su móvil y las pantallas de televisión.

A pesar de que algunos, los veteranos, intentaron amenizar el enorme disgusto, el ambiente era sombrío. La cuestión de a quién votar en la segunda vuelta ya rondaba la cabeza de la mayoría.

Mathis, un joven seguidor de la LFI, abogó por "no dar ni un voto a la extrema derecha, a los fascistas" y exigió a Macron que dé garantías para "las clases populares y por las personas que sufren". "No ha hecho eso durante cinco años así que ya veremos", afirmó el joven, sin querer desvelar si se abstendrá o votará por el presidente.

Otra joven militante, Sarah, expresó sus "dudas" sobre qué hacer el 24 de abril, aunque se inclinó más por "evitar la elección de Le Pen", dando a entender que dará su voto por el presidente saliente para no ver a la extrema derecha en el poder.

Se empezaron a proyectar los discursos de los otros candidatos. El comunista Fabien Roussel (2,4 %) fue especialmente silbado por no haber repetido una alianza que les podía haber situado en la segunda vuelta, hasta que la sala rompió a aplaudir. Mélenchon acababa de salir a escena.

En una corta intervención, el veterano político, que a sus 70 años se presentaba a la Presidencia por tercera vez, asumió su decepción, aunque intentó insuflar ánimo y esperanza a una candidatura que, por ejemplo, venció en las provincias de ultramar.

"Nunca cederemos, nunca bajaremos la mirada", urgió. Macron y Le Pen tienen ahora la ardua tarea de cortejar a los más de siete millones de votantes de Mélenchon. El líder izquierdista buscó desmarcarse de las críticas que recibió en 2017 e intentó ser más claro que entonces. "No damos ni un solo voto a Le Pen", repitió tres veces.

"¡Resistir, resistir!", le respondían los militantes, que acabaron entonando uno de los himnos de la revuelta social de los "chalecos amarillos" de 2018:

"Aquí estamos, aunque Macron no quiera, aquí estamos por el honor de los trabajadores y por un mundo mejor". EFE

 

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