La Entrevista con Napoleón Alvarez
Francisco García / El Tiempo de Monclova'Tenemos horas, días y años de vida para poder superarnos'
Napoleón Álvarez Correa, es considerado por un sector de la sociedad un abogado de mil batallas, proviene de una humilde familia, para costear sus estudios vendió tunas en una carretilla en Saltillo, luego fue ayudante de albañil.
El Tiempo charló con el profesionista.
La profesión de abogado es una carrera difícil. ¿Cuánto tiempo lleva en la abogacía? “Desde junio de 1972”.
Elegir esta carrera debe costar trabajo. ¿Porque la eligió? “Por una injusticia a mi padre que vi cuando era niño. Vivíamos en la sierra en Galeana, Nuevo León. Inconscientemente presencié un acto arbitrario por un supuesto actuario y un supuesto abogado”.
Debió ser algo que lo dejó marcado. ¿Qué fue? “Cuando tenía uso de razón me di cuanta que fue producto de una verdadera simulación, empero, mi padre y sus 13 hijos, éramos, sobre todo él, un hombre inculto, igual que mi madre y por consecuencia inermes, y se me quedó muy marcado en mi subconsciente, ello me llevó a estudiar para ser abogado”.
Estudiar abogado es costoso. ¿Cómo llegó a titularse? “Me fui a Saltillo. Vendía tunas en una carretilla por la calle de la Fragua con presidente Carranza.
Antes, recuerdo que mi padre tiró un brinco, se quitó el sombrero y los huaraches, me dijo que él no podía sostenerme una carrera y que si yo quería que mejor le buscara. Fue una expresión directa y franca”.
Pudo Napoleón no haber estudiado como muchos. ¿Cómo lo hizo? “Desde siempre el que no va a la escuela se justifica con el San Benito que, mi papá no tenía y me tuve que poner trabajar.
Esa es una mentira que no comparto porque tenemos horas, días y años de vida suficientes para superarnos”.
Ganar un caso motiva al profesionista. ¿Alguno en especial? “Tengo la satisfacción de haber ganado un asunto a un pariente de Gustavo Lara Ramos, era el codueño del equipo de beisbol Saraperos de Saltillo, era cliente de la notaría. El director de la notaría me dijo que ya había estudiado el caso y que estaba perdido. Lo estudie, lo litigue y después de varios meses el colegiado me dio la razón y lo gané. Me fui a mi casa muy orgulloso de mi caso”.
En Monclova hubo varios casos muy difíciles y sonados. ¿Participó en varios que marcaron su vida? “La arrogancia, el abuso del teniente Oscar Pañeda por invitación de los alcaldes Salvador Martínez o Alberto Pez Facón. Al teniente Lo incrustaron y como militar veía a los policías como a gente a su servicio, no como seres humanos. Hubo muchos abusos, contra el luché hasta que se fue”.
Recuerdo algo de esa etapa ¿Cómo fue? “No fue gratuito caminamos a pie de Monclova a Saltillo en 1997, permanecimos siete semanas en la plaza de armas. Ese tiempo el alcalde era Hall Pape Falan, muy prepotente que entre comillas le salve la vida, porque cuando la gresca los policías lo increparon con mentadas de madre. Me dijo bajando de la junta de cabildo, licenciado tómeme del brazo y no me suelte. Pañeda se enriqueció mandando a robar a los policías”.
La justicia. ¿Sigue habiendo injusticias? “Esas no se van a terminar nunca mientras exista la corrupción. La Ley es muy hermosa, la ley da, es equitativa, establece la justicia,la ley le da al juez, pero también le quita. Lo malo es abajo. Los ministerios púbicos todos mochos, los coyotes son gente sin escrúpulos, los moches”.
Después de los 70 años surgen problemas de salud. ¿Qué padece usted? “Desde enero del 2017 me operaron de glaucoma, no veo bien, veo banco, blanco, voy a quedar así, es muy difícil que recupere la vista”.
Existen padres muy estrictos ¿Cómo fueron los suyos? “En Saltillo cuando de chiquillo quebré un vidrio de la señora Concepción Valdés, me fui corriendo y me metí debajo de la cama, llegó un señor a reclamarle a mi madre y le dijo; conmigo no va a batallar, entre usted saque al muchacho y enciérrelo, no tengo 60 centavos para pagar el vidrio. Tenía 7 años y me fue muy mal con mi madre”.
El problema de su vista es grave ¿Piensa un día retirarse como abogado? “Una hermana en Saltillo me dijo que iba hacer arrinconado en la casa esperando la muerte. Mi actitud a pesar de mi edad es determinante, tengo mucho trabajo y si tuviera tiempo agarraba el bastón y me iba a caminar. No soy un sabio, pero de mi depende mucha gente”.
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