La Entrevista con Jacobo de Hoyos Santos (✝)
Néstor Jiménez / El Tiempo de Monclova'Disciplina laboral y apego familiar es la clave del éxito'.
Con sus 95 años de edad, Don Jacobo de Hoyos Santos, fue uno de los primeros pobladores del Monclova Moderno. Funcionario sindical, comerciante y fundador de la colonia 1º de Mayo fue testigo de acontecimientos y cambios importantes en la capital del acero. Su vida fue testigo de tenacidad y lucha para salir adelante. Echemos un vistazo a esos años desde los recuerdos de este gran hombre. Esta entrevista, ahora histórica, fue antes de pasar a mejor vida el pasado 12 de octubre.
Originario del municipio de Progreso Don Jacobo emigró a Monclova ¿Cómo fue ese cambio de localidad?
"Mi papá, Andrés de Hoyos Neaves tuvo que vender su ganado que eran 16 mulas y cabras y en 1943 nos fuimos a Sabinas y el día 4 de septiembre de 1947 llegamos a Monclova. Tenía yo 20 años y comencé a trabajar en Altos Hornos, duré 12 años en la empresa".
Eran las épocas de las luchas sindicales por el bienestar de los obreros ¿Recuerda como era entonces el ambiente del sindicato?
"Era el secretario general del comité ejecutivo local de la sección 147, Enrique Samia Dumas en 1947. Duraban muy poco en el cargo".
Existieron hechos violentos en las pugnas de los agremiados mientras usted fue funcionario sindical ¿Qué pasó?
"Fui segundo vocal cuando el secretario general era José Guadalupe Tobías en 1958. Los grupos sindicales Izquierdo y derecho tenían enfrentamientos, a uno de estos los manejaba la empresa.
En diciembre de ese año mataron de un balazo a un obrero y por eso quitaron a Tobías del cargo y pusieron a Carlos Villarreal Chavarría".
En aquellos años había muchas tierras de cultivo y agua ¿Recuerda las acequias que recorrían el lado poniente de Monclova?
"Había una laguna muy grande, donde ahora está la ferretera (Calle Ramos Arizpe con bulevard Pape) ahí estaban las compuertas para el riego. La acequia más grande venía del conejo y regaba las cañadas; otra parte iba para el centro y la otra a la 1º de mayo".
Había grandes extensiones de labores y llanos en esos terrenos ¿Es cierto que existía una hacienda?
"Se llamaba la hacienda Arocha estaba en la cañada, abarcaba desde el parque deportivo hasta la ETI, era de don Alfredo Arocha. Cuando estaba de gobernador Ignacio Cepeda Dávila tuvo que donar la cañada para que lo dejaran lotear".
Durante su juventud presenció la creación de varias colonias que actualmente existen ¿Podría nombras estos sectores?
"Estaba el Ejido Monclova, y Teódulo Flores Calderón y Salvador Benavides le pidieron a Pape que les vendiera los terrenos de la Carranza y lotearon. La colonia Ejidal (Pasojo) debe su nombre porque ahí estaba el casco (población). El fraccionamiento Benavides es por don Salvador".
Usted fue pionero de la colonia 1º de mayo ¿Fueron inicios muy duros para este popular sector?
"Arocha loteo y a mí me tocó el lote número 15 el metro de terreno nos lo dio en 5 pesos. El 24 de agosto de 1949 fue el arranque de este sector. Después de un año tuvo vecinos a Jesús Gaytan, Antonio Hernández y un señor apellidado Mijares. A lo lejos había casitas en la ahora 18 de Marzo y enfrente de la Turner estaban los Farías que tenían vacas lecheras".
¿Qué construcciones observó que ahora son íconos de este sector?
"La instalación del quisco en la plaza, nos ayudó el presidente Santiago Aguirre Corona; La escuela Julio Cantú de Gil que fue esta dama la que nos ayudó. La capilla de San Juan de los Lagos donde mi esposa Olivia Garza Molano fue presidenta".
¿Qué otros recuerdos se le quedaron en la mente por lo importantes?
"Recuerdo la caravana del hambre, por aquí pasó, le dábamos cosas a la pobre gente, venían desde Rosita y caminaban con ryumbo a México. daba tristeza ver esa marcha en que los derechos de los trabajadores estaban siendo pisoteados y necesitaban hacerse oir. También me acuerdo del huracán Beulah. Llovió dos días seguidos. Tuvimos que dormir en el carro que tenía".
Había construcciones que ya no existen ¿Cuál es la que más le ha quedado en el recuerdo?
"El Panteón de San Fernando, estaba muy grande y abarcaba desde la Escuela el Socorro hasta los cuatro caminos (ríe) me acuerdo que de la barda tomé las piedras y me las llevé para la casa. Ya el panteón estaba en las últimas. Recuerdo también el rastro por el ahora Dif".
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