Encuadres... Debanhi somos todas… y todos
Ángel F. Chávez Félix / El Tiempo de MonclovaNi las amigas de Debanhi ni el supuesto conductor que la habría acosado cobraban la relevancia que una sociedad ávida de justicia pide.
"Mi hija está muerta, estoy molesto, no sé qué hacer". Tales fueron las palabras con las que Mario Escobar, padre de Debanhi Susana Escobar Bazaldúa, confirmó que el cuerpo hallado en el fondo de una cisterna del Motel Nueva Castilla correspondía al de la joven de 18 años.
Escobar, además, se lanzó contra la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas, a quien acusó de proteger al conductor de una aplicación de taxis, identificado como Juan David, quien presuntamente acosó sexualmente a la joven y la obligó a bajar del vehículo.
“Entre los videos que la Fiscalía se tardó bastante en poner a disposición, hay uno donde el taxista Juan David, antes de tomarle la foto que se ha viralizado, dirige su mano a los pechos de Debanhi y de ahí yo supongo que mi hija no aguantó el acoso, pero el fiscal [especial en Personas Desaparecidas, Rodolfo Salinas], dice que no hay delito que perseguir y eso no se vale”, reclamó molesto Mario Escobar.
Junto con su esposa, Dolores Bazaldúa, afuera del Motel Nueva Castilla, Escobar cuestionó si el cadáver de su hija no sería "sembrado" por la Fiscalía de Nuevo León, ya que el sitio donde fue localizada fue previamente inspeccionado cuatro veces y rechazó la versión de que la joven pudiera caer accidentalmente a la cisterna.
“Aquí ya habían cateado, el 12 de abril; en total lo hicieron cuatro veces, ¿y por qué la quinta aparece?, ¿lo sembraron?, ¿cómo llegó?, no se pudo subir ella a la barda", manifestó mientras señalaba la pared del motel de unos 2.5 metros de altura, con barrotes de acero en la parte superior y alambre de púas, además de que está a unos cinco metros la cisterna donde se localizó el cuerpo.
Posteriormente, al velar a la joven y sepultar su cadáver, la familia reiteró sus dudas ante la investigación de la Fiscalía, al tiempo que solicitó apoyo estatal, federal o internacional si es necesario, pues ONGs han señalado indicios de que Debanhi fue sexualmente abusada.
Mientras esto transcurría, la sociedad neolonesa y de buena parte de México se movilizaba a un mismo grito de justicia y reclamo ante un nuevo caso de una mujer desaparecida que termina en la pérdida de una vida, pero también, surgían las dudas, curiosamente tanto hacia la Fiscalía como a la propia familia y allegados de Debanhi.
Y es que en un país donde históricamente nos han dormido a la León Felipe, con todos los cuentos, conocemos estos pasajes de sobra, y no es raro que veamos suspicacias de cortinas de humo o golpeteos políticos en este tipo de escenarios, donde, además, reina la opacidad al menos por parte de las autoridades.
Hubo dudas, también, particularmente en redes sociales, por la extrañeza de la desaparición de Debanhi y el hecho de que hasta el momento de estos textos, ni las amigas ni el supuesto conductor que la habría acosado cobraban la relevancia que una sociedad ávida de justicia pide, con o sin los elementos necesarios por lo que no prejuzgar su papel real supone.
Dentro de todo, el caso de Debanhi nuevamente nos hizo unirnos, sea en molestia, reclamo, hartazgo, cuidado de los unos hacia los otros o todos combinados. Además, y qué bueno, nos hizo replantearnos, nuevamente, conceptos básicos de educación de género, civilidad y mera convivencia social para ellos y para ellas.
Sirva pues esta partida para entender que, podamos confiar o no en lo personal en las autoridades, no podemos perder la confianza en nosotros mismos y tal vez es hora de ponernos a pensar, sin moralismos, en cuál elemento del caso Debanhi nos identificamos y, si es necesario, cómo transformarnos.
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