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Encuadres...Crimen doloroso

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Ángel F. Chávez Félix / El Tiempo de Monclova
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La Compañía de Jesús, a la cual pertenecen los jesuitas, es una orden religiosa de la Iglesia Católica, fundada por San Ignacio de Loyola en el año 1534. 

Durante sus más de 475 años de historia, los jesuitas siempre han sido misioneros enviados a las fronteras humanas y sociales, diciéndose “al servicio de la fe y de la promoción de la justicia” y asumiendo cualquier tipo de actividad que contribuya a esta misión. 

Hay jesuitas que son ordenados sacerdotes y otros que son consagrados como hermanos; los estudios de preparación son largos e incluyen, normalmente, filosofía, teología y otra especialización, además de experiencias formativas en la vida religiosa. 

Actualmente la Compañía de Jesús regenta varios miles de instituciones educativas, sociales, pastorales, entre otras, algunas asentadas en Coahuila y en las que colabora con miles de personas que se definen “al servicio del Reino de Dios, en la Iglesia, en una misión de reconciliación y la justicia”.
Con más de 16,000 sacerdotes, hermanos, escolásticos y novicios en todo el mundo, los jesuitas son la orden religiosa masculina más grande de la Iglesia Católica. Y además de ser pastores, maestros y capellanes, también se distinguen como médicos, abogados y astrónomos, entre otras muchas funciones en la Iglesia y la sociedad. 

En la variedad de sus ministerios, señala su misma Compañía, atienden “a la totalidad de la persona: cuerpo, mente y alma”. Y especialmente en sus ministerios de educación, buscan “nutrir hombres y mujeres para los demás”.
Los jesuitas basan su inspiración en la tradición de la espiritualidad y reflexión ignaciana, ofreciendo estos recursos “a todos los que desean discernir la presencia de Dios en su vida”. Al mismo tiempo, se dicen “contemplativos en acción”, lo cual definen como personas que llevan su espiritualidad al mundo entero, incluyendo su labor “en nombre de la justicia mundial, la paz y el diálogo”.

Como miembros de una orden religiosa como cualquier otra, los jesuitas hacen tres votos: de pobreza, de castidad y de obediencia, y un cuarto voto de obediencia específicamente relacionado con su misión mundial. En otras palabras, los jesuitas deben estar listos para aceptar cualquier misión encomendada por el Papa, un voto que su Compañía destaca como un reflejo de su “dedicación más amplia a la Iglesia universal, y al bien supremo de todas las personas de todos los credos y culturas”.

En México, es común ver misiones jesuitas en zonas remotas e históricamente marginadas, como lo es la Sierra Tarahumara, donde esta semana pasada ocurrió un crimen que pegó tanto en el corazón religioso como en el laico: el asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, a quienes la comunidad despidió ayer domingo.
Durante el sexenio de AMLO, suman 7 los religiosos que han perdido la vida en actos de inseguridad, pero el caso de Campos y Mora relanzó esta problemática a grandes escenas, por las condiciones de entrega en que ambos fueron asesinados y sus cuerpos sustraídos por un par de días.
A la par, el gobierno estatal y el federal condenaron el acto y prometieron justicia, pero tales dichos no fueron suficientes para apaciguar el sentimiento de que, al menos en una administración que ya supera los homicidios de Felipe Calderón Hinojosa, prácticamente nadie está seguro. ¿O usted qué opina?

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