ENCUADRES.. Congruencia Mundialista.
Ángel F. Chávez FélixEl Mundial inició formalmente hace una semana, pero sus preparativos corrieron desde que se anunció a Qatar como sede, y también lo hicieron las críticas por lo que representa llevar la máxima fiesta futbolística a un Estado con tan poca presencia en este deporte y con tan bastas políticas restrictivas desde la óptica occidental.
Precisamente, más allá del fútbol o incluso dentro del mismo, es innegable que no somos ni apartidistas ni antiopiniones, pero en ambos rubros, todo es cuestión precisamente de eso, de ópticas.
Y en toda óptica, por más defendible que sea, tampoco somos anacrónicos.
Qatar llamó la atención desde su designación también por entredichos de corruptelas y negocios sucios, especialmente de quienes ven más billetes que balones en las canchas.
A la par, sacudió los pilares culturales, religiosos, feministas y de derechos humanos generales presumidos en las sociedades del otro hemisferio.
De Qatar se ha criticado su rigor y estricta obediencia a los preceptos para ellos sagrados. Se ha cuestionado el trato inferior dado a las mujeres.
Se ha deplorado su relación diplomática con otras naciones árabes. Y los señalamientos son constantes en cuanto a lo deportivo refiere, especialmente ahora que la selección anfitriona quedó eliminada.
Sin embargo, si bien los cuestionamientos hacen sentido, la historia también tiene su muy interesante relevancia al repasar otros mundiales.
Basta recordar que la segunda Copa Mundial de la FIFA, en 1934, se celebró en la Italia gobernada por el dictador fascista Benito Mussolini, quien tenía tanto empeño en que su país fuera anfitrión que nombró a un general, Giorgio Vaccaro, como presidente de la Federación Italiana de Fútbol para negociar con la FIFA, el mismo que prometió una gran inversión en el evento.
Otro Mundial, el de 1978, ocurrió cuando Argentina estaba gobernada por una brutal dictadura militar que había llegado al poder dos años antes mediante un golpe de Estado.
La FIFA decidió celebrar la Copa en el país de todos modos, aunque durante todo el evento hubo protestas de grupos como las madres de la Plaza de Mayo, que buscaban a sus hijos desaparecidos, y pese a que, debido a los crímenes de la dictadura, el entonces presidente de la FIFA, João Havelange, recibió presiones para trasladar la sede del torneo a Europa, algo que no sucedió.
Finalmente, en un caso más reciente como el de Rusia 2018, también hubo señalamientos contra el gobierno de Vladimir Putin, que, aunque no es una dictadura en las letras, sus prácticas autoritarias y represivas son hechos de valor.
Insisto, por supuesto, en que no veo ociosos los comentarios en torno a Qatar, pero incluso el turismo no deportivo o las buenas intenciones deben ceñirse al respeto como eje de acción. Y si hablamos de garantizar ese respeto o los referidos derechos, hay que revisar imperativamente todos los marcadores previos.
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